5 trucos para la natación de cualquier triatlón
Foto: ITU Media
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5 trucos para la natación de cualquier triatlón

La natación es el segmento que menos tiempo conlleva en un triatlón, pero estoy seguro de que si preguntamos a muchos triatletas populares, posiblemente de las tres disciplinas sea la que más respeto infunde: los golpes, las aguas abiertas, el agobio del neopreno... Son muchos factores los que influyen y además se desarrolla en un medio en el que no nos movemos habitualmente, el acuático (salvo Richard Varga, que empezamos a pensar que directamente vive en el agua).

Por eso, hoy venimos con una serie de trucos para la natación, para intentar lidiar lo mejor posible con este segmento, y salir a la bicicleta prestos y dispuestos a partir la pana.

Lidiar con el frío

En este caso lo primero es no entrar frío al agua: si hace frío, lo mejor es hacer calentamiento en seco. Invierte en unas buenas gomas elásticas y estira fuera del agua. Ponte el neopreno en el último momento, y si puedes antes de entrar al agua usa también calcetines y guantes. Si hay retraso hasta que entres al agua, una chaqueta encima del neopreno no está de más.

Una vez dan la salida, entra al agua gradualmente: merece la pena perder diez segundos de tiempo en todo el triatlón que darte un susto de diez mil demonios.

Los mareos de la salida del agua

Es muy habitual salir del agua buscando la transición como un pato mareado. Suele haber varios factores que lo motiven, como el agua fría, o el cambio brusco de la posición horizontal a la vertical, que hace que no llegue riego a la cabeza. Para evitarlo, no empieces el segmento demasiado rápido y procupa no utilizar las piernas en demasía. A unos doscientos metros de la llegada a tierra firme, comienza a batir las piernas, buscando que se incremente el volumen de flujo sanguíneo que llega a ellas, y reducir la cantidad de flujo desde la cabeza.

Foto: Flickr // Tove Lauluten
Foto: Flickr // Tove Lauluten

Lidiar con mar picado

Enfrentarse a una prueba de triatlón con malas condiciones climatológicas puede ser desalentador: se incrementan los nervios, nuestro cuerpo se tensa y el corazón bombea con más frecuencia. Incluso se pueden dar hasta ataques de pánico, que seguro que todos lo hemos visto con nuestros propios ojos.

¿Qué se puede hacer en estos casos? Pues practicar, qué remedio: cuantas más ocasiones tengas de nadar en aguas abiertas, mucho mejor. Si puedes ir en grupo, perfecto, porque ésto facilitará emular las condiciones de una prueba.

Si quieres emular natación con olas fuertes, nuestra recomendación es que nades cerca de la orilla, donde comienzan a romper, y trates de mantener una trayectoria recta: estarás practicando frente al oleaje y posiblemente estés ejercitando la fuerza, porque en esa zona la corriente, al ser más fuerte, hará que tengamos que aplicar más esfuerzo.

Ya en competición, trata de incrementar la frecuencia de braceo: en condiciones turbulentas, o de demasiada corriente, de nada sirve alargar la brazada, lo que más importa es agarrar el mayor volumen de agua.

Foto: MarcoSport // Just Tri Cambrils
Foto: MarcoSport // Just Tri Cambrils

Respiración a ambos lados

Un aspecto básico en el agua es estar relajado. En cuanto te tensas, se pierde técnica y todo comienza a ir a peor. Por eso, lo mejor es tratar de nadar lo más natural posible, de tal manera que, sobre todo, vayas tranquilo. En este sentido, la desorientación es un problema al que nos enfrentamos muy habitualmente, y que puede llegar a generar estrés por los metros de más que se terminan acumulando.

¿Cómo podemos evitarlo? Acostumbrándonos a nadar a respirar a ambos lados. Es un muy buen aspecto técnico además, porque nos ayuda a dar el mismo tipo de brazada con ambos brazos, y ya en competición nos permitirá tener referencias en todo momento.

Aprovecha el drafting

Ya hemos hablado en varias ocasiones del drafting en natación, así que no nos extenderemos en demasía. Lo importante es, simplemente, ir a pies de alguien que vaya más o menos a tu ritmo, de tal manera que evites el contacto. Si ves que repetidamente tus manos tocan la planta de sus pies... Has escogido la liebre incorrecta. Incrementa el ritmo, adelántale y ve a buscar unos pies más rápido. Ganarás tiempo y evitarás que se pare en un momento dado a ponerte a parir (y con razón).

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