
CatSeries Catalunya: Tossa de Mar
A ver, Triatlón de Tossa. El sábado pasado. Por la tarde, con un calor qué te-torras. Pues bien, oigan. Muy contento. Más que con la reposición de Hostal Royal Manzanares. Y eso es un problema, que cuando se me da bien un triatlón, luego no tengo ni pajorera idea de qué contar. No sé. Me imagino a Gómez Noya llegando a casa, tras ganar las series mundiales, y su pareja preguntándole "¿qué tal, cariño?" y él, encogiendo los hombros con cara de no tener mucho que decir: "no, sé, pues he ganao, ¿qué quieres que te cuente?".
Así estoy yo, salvando las distancias. Había comprado el dorsal hace un mes, cuando me enteré de que Javi Mimoso iba a ir. Tras una temporada jodido por las lesiones, era su momento vodafone de debut en esta temporada, y me parecía de recibo estar allí con él. Luego fueron apuntándose compañeros del club, hasta un número total de veintidós, a lo Dúo Sacapuntas. Tela marinera. Somos la marea verdinegra catalana. #orgulloysatisfaccion
El finde fue ajetreado. A todos los niveles. Es lo que tiene ir a Barcelona, que quieres hacer muchas cosas en poco tiempo. Y claro, con los desajustes alimenticios de rigor. Que eh, empiezo a plantearme que cuanto peor me alimento, mejor me va la prueba. Paleomierder que es uno. De camino a Barcelona, un paquete de donettes, una bolsa de doritos tex-mex y dos cocacolas. Al llegar, cena para tres en La Esquinica. Croquetas de pollo, morcilla, callos, oreja a la gallega, chocos, dos jarras de cerveza, tarta de Santiago y licor de hierbas.
Sábado por la mañana, salida por Carretera de la Roca. Echaba de menos todas y cada una de esas curvas. El olor de la EDAR, pasar el semáforo de Sant Fost, apretar en la rampa de Montornés, llegar a Vilanova. Todo, lo echaba de menos todo. 60 kms a ritmo sostenido y suave, que por la tarde había competición.
Desayuno ciclista, de esos pantagruélicos: bocadillo de jamón y queso, dos cacaolats fríos y un croissant de nutella, para rematar mientras leía el periódico, como un señor. As a sir. Y de ahí, para Tossa de Mar, a una horita de viaje, a una prueba más de las Catseries, más feliz que un cerdo en una poza de barro.
Llego y ya empieza a estar parte de la tropa. Primero me cruzo con Gini, que estaba, metódica ella, comiendo su platico de pasta a las 13h. Después, Bernat, los Jordis, Alexis... Me encanta ver a la gente del club, es como sentir que no ha cambiado nada y que sigo yendo los martes y los jueves a entrenar, a las salidas en bici, que no estoy a 700kms de distancia echándoles de menos. A la una y media me doy cuenta de que sí, el cacaolat fred está de puta madre, pero que no he hecho la recarga de hidratos de marras. Miro a mi alrededor: al chiringuito, con dos cojones. Un bikini y un botellín de agua.
Entro al box con la boca llena. Diga Pamplona. Hay que decir que la prueba está muy bien organizada, por lo menos en lo que al Sprint respecta, y es muy fácil entrar a dejar las cosas. No hay atasco y te ponen las cosas fáciles. Coloco los trastos y empiezo a dudar: neopreno sí, neopreno no. Hacemos un referéndum entre la gente del club. Artur Mas viene a darnos un mitin, aprovechando la ocasión.
Al final decido que no, que para 750 metros, pierdo más tiempo en la transición, que lo que voy a ganar nadando. ¡Eeeeeeeerror!
Vemos salir a los del Olímpico. La marea que hay es cojonuda, y se nota que hasta la primera boya, sufren lo que no está escrito. Empiezo a notar que Tossa es el triatlón escogido por mucha gente para debutar y se ven auténticos dramas, de gente pasándolas muy putas por el hecho de nadar 1.500 metros. Pobrines.
A las tres y veinticinco de la tarde, con un sol de castigo, tras un reportaje fotográfico con la gente del club que ni la Preysler y Vargas Llosa, salimos. Nado, me llevo hostias, la gente a lo bruto, muchísima espuma y la corriente que es tan fuerte que noto cómo nos bambolea hacia arriba y hacia abajo. Bueno, que va a ser jodido, tú. A ver, Diego, no dramaticemos, que son 750 metros, que es un pim pam. Noto que voy en la parte delantera del grupo. Al salir, más removido que un bolo del gran prix, veo que tengo justo delante a Gerard. Vale, ya tengo referencia con la que competir en el segmento de bici.
Hago transición torpe, tardando en enganchar el dorsal, las zapatillas... Pero bueno, no es más de un minuto y medio. Gerard se me ha ido hace veinte segundos, así que ya me toca apretar en las primeras rampas de salida del pueblo. Oigo a gente animándome, pero voy concentrado y no me giro ni a mirar quiénes son.
El circuito de bici es precioso, bordeando la costa. Engancho con Gerard a los dos kilómetros, más o menos, cuando le veo haciendo malabares. Ha hecho el afilador y ha caído al suelo. Comienzo una bajada que hago con algo de respeto. En mi línea de torpeza habitual, me he venido con la rueda del rodillo, y las pastillas de los frenos son para carbono, así que piano piano. ¿En qué puesto del club voy? A ver, Miquel irá el primero cual Rayo McQueen. ¿Pero después? ¡Eh, que lo mismo voy yo! ¡El gordopilo! Voy sudando y jadeando como un perro, pero disfrutando como un enano. Nos ha dado alcance Silvia, y con Gerard vamos haciendo relevos a lo bruto, adelantándonos sin ningún tipo de sincronía. Hasta que llega Bernat a quitarnos las pegatinas. ¡Que os pesa el culo! Grita el cabrón.
Llegamos al giro de vuelta tras ver que además de a Miquel, tenemos por delante a Buisan. Pues nada, que cuarto. En el 17 me tomo un gel, y me sienta divinamente, aprieto y dejo atrás a Gerard y Silvia subiendo. Pero el primero me alcanza justo en las calles de Tossa de Mar. Saco el pie de la zapatilla derecha... pero no de la izquierda, así que entro en la transición con un pie calzado, y el otro no. Puto dominguero que estoy hecho.
Gerard vuelve a irse corriendo, pero sorprendentemente le alcanzo apenas hemos superado el primer kilómetro. Ya está. Voy a quedar cuarto del club. Quiero hacer buen tiempo en la carrera a pie, y veo que voy a 4'30" aprox. Me voy cruzando con los primeros y veo que voy medianamente bien en la clasificación. No tengo ni puta idea de qué tiempo voy haciendo en el cómputo global de las tres disciplinas. Como soy un jodido torpe el garmin dice que he hecho una T1 de 44'. Vamos, que se me olvidó dar al botoncico. En fin, sin comentarios.
Entro en el pueblo apretando, tratando de superar a gente que tengo por delante, pero la verdad es que le están dando zapatilla, así que entro en meta a tope, sin celebrar ni gaitas, aunque con mis neuronas animándome como si fuese la final de las series mundiales. El speaker comenta por megafonía que ya han entrado cinco del olímpico. ¡Vaya prisa que tiene la gente!
Al final, puesto 34 de 200. ¡Yo no había quedado así en la vida!
Abrazos con los compañeros, comentarios de lo bien que nos lo hemos pasado (qué originales, eh), y a por la bolsa del corredor. ¡Y albricias! ¡'Cerveza fría, melón y sandía! Me cisco una birra de un trago, y comienzo a ver la vida de otra manera distinta. Fotos por doquier con el torso desnudo. ¡Que se vea que somos triatletas y que tenemos el cuerpo de un adonis (bajo la grasa)!
Impás de una hora para ir a ducharme, ponerme guapo, escuchar como Fabio Aru y Purito Rodríguez le dan pal pelo a Tom Doumolin, y a lo importante del Triatlón de Tossa: las jarras de cerveza con los compañeros del club. Rafa y Txema contando sus andanzas en la preparación del Ironman de Barcelona, discusiones sobre paleodieta, el club, la próxima temporada, los rivales, las pruebas... Caen dos jarras antes de ir a cenar.
Croquetas caseras, arroz negro, vino tinto y orujo. Para rematar, helado de dos bolas de tiramisú. Soy un fofisano elevado a la máxima potencia. Por si todo esto fuera poco, paro a echar gasolina camino de Barcelona y me compro dos donuts.
El domingo, salida con Albert a conocer Collserola. Ese Forat del Vent, esos siete kilómetros con sus giros a izquierdas y derechas. Envidio a todos los que podéis subirlos cuando os da la real gana, os lo juro. Trato de disfrutar cada pedalada, sabiendo que faltan muchísimos meses hasta que vuelva a pisar esa calzada con mi bicicleta. Desayuno ciclista posterior, bocadillo de atún, lechuga y tomate y cocacola. Ducha y camino al vermú con más amigos.
Croquetas de cocido, patatas bravas, tercio de cerveza, lacón y pan con tomate. Y viaje de vuelta. 700 kms escuchando apasionantes Athletic - Levante, Celta - Las Palmas y otro más que ya ni recuerdo en la radio. Y claro, más ingesta calórica: otro paquete de donettes, bolsa de cheetos, magnum de tres chocolates y otras dos cocacolas. Ah, y un bocadillo de chistorra con pimientos verdes en el mítico Alfajarín. Y llegada a las once de la noche a casa. Despedida y cierre.
Final de temporada, por fin nos hemos encontrado.