Por qué simplemente cenar ensalada no hace que bajes de peso
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Por qué simplemente cenar ensalada no hace que bajes de peso

Los días finales del mes de agosto indican el final de un, merecido, período de descanso para millones de personas que se toman un respiro de la rutina habitual. En ese respiro entran en juego las reuniones con amigos y familiares donde las comidas copiosas suelen ser las protagonistas de la mesa.

En el inicio y final del período estival guardan un aspecto común: todas las personas están centradas en perder peso. Al principio para poder lucir un cuerpo definido por las playas del país y al final como "penitencia" a los excesos cometidos durante las vacaciones.

La solución que aterriza en la mente de cualquier persona es la combinación de las palabras dieta y ejercicio. En cuanto a términos alimenticios, la mayoría de personas otorgan a la ensalada el rango de piedra filosofal del adelgazamiento: que todo aquel que lo consume, reduce su peso.

Sin embargo, como ocurre con otro tipo de alimentos, con la ensalada también depende el modo en que la consumamos para que vaya en pro de nuestros objetivos o simplemente no nos ayude.

Calorías extras en la ensalada

Una ensalada no es equivalente a una comida con pocas calorías. Seguro que alguna vez has echado un par de nueces a la ensalada. O unos cacahuetes. O unos cuantos anacardos. Los frutos secos suelen ser uno de los aderezos comunes en estos platos, con el gran aporte calórico que conlleva.

Entre las últimas tendencias en el mundo gastronómico destaca el incluir una pieza de aguacate a la típica combinación de lechuga, tomate y cebolla. Esta fruta es una de las principales fuentes de grasas saludables, aunque su aporte calórico es de 160 calorías por cada 100 gramos.

Fíjate bien en cuántos ingredientes vas a añadir a tus ensaladas. Aplícate el refranero español cada vez que inicies el ritual de tus ensaladas: "Mejor solo que mal acompañado". A base de añadir y añadir, las ensaladas pueden llegar a las 1.000 kcal o incluso un número superior.

Sin proteínas no hay paraíso

Dos beneficios fundamentales de las proteínas para que las tengas en cuenta en tus ensaladas: evitan la atrofia de la masa muscular y son efectivas para saciar el cuerpo e impedir los habituales atracones al frigorífico durante la madrugada.

Alimentos que son una fuente excelente de proteínas son el salmón, el queso o el pollo, combinación que da como resultado la ensalada césar. Una opción rica y saludable, aunque si puedes evitar consumir su mítica salsa, mejor que mejor.

El sedentarismo no conduce a nada

Todos los alimentos (oh, sorpresa) cuentan con calorías. Pocas o muchas, de mejor o peor calidad. Si el mayor gasto calórico lo haces en el momento en el que te levantas del sofá para ir a la cama, mal vamos. La vida sedentaria es un lastre a la hora de reducir de peso. Para lograr el ansiado déficit calórico, la dieta debe ser baja en estas unidades y estar acompañada de una vida activa.

Ojo. Vida activa no significa hacer maratones por doquier y cada fin de semana. Cambios simples como decidir dar un paseo para ir al trabajo o elegir las escaleras para subir a casa son pequeños pasos que te pondrán en el camino correcto. La práctica de deportes que te apasionen es otra manera de moverte, a la vez que combates la monotonía.

La imposición produce desmotivación

Que te obliguen a algo es desagradable y molesto. A nadie le gusta recibir órdenes. Ni siquiera de nosotros mismos. Además, las obligaciones autoimpuestas son más peligrosas, ya que podemos levantar la obligatoriedad cuando queramos y procrastinar en nuestros objetivos.

El primer día puedes sobrellevar cenar ensalada, pero a las tres semanas, o incluso en un período más corto de tiempo, puedes sufrir un hartazgo importante. Si no eres un apasionado de las ensaladas, combina con otros platos que si sean de tu gusto para llevar una dieta lo más equilibrada posible.

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