
¿Cómo le afecta al cuerpo la comida basura?
La comida basura lleva décadas entre nosotros. Llegó como una revolución, comida barata, que no tardaban nada en hacer y que además era muy sabrosa, los alimentos que a casi todo el mundo le encanta comer (pizzas, hamburguesas, patatas; aceite, sal y azúcar por doquier).
Alimentos que están hechos para el disfrute del hombre, compuestos por alimentos procesados y aditivos llenos de hidratos, azúcares, grasas no saludables y sodio pero que todos juntos dan una sensación de placer, de no saciar el hambre y de delicia gastronómica que buscan las empresas para enganchar a sus clientes.
Michael Moss por ejemplo, analiza en su libro Adictos a la comida basura, como las empresas modifican y alteran la comida para que nos convirtamos en adictos a sus productos. ¡Muy interesante y en relación con el tema!
¿La esencia del problema? Lo perjudicial que es para la salud de las personas ingerir habitualmente comida rápida. La cantidad de calorías que tienen provocan que al alimentarnos con estos alimentos prescindamos de ingerir día a día gran cantidad de alimentos saludables. Además, su consumo se relaciona con el incremento del colesterol malo, la obesidad, la diabetes o incluso al riesgo de cáncer de mama, próstata, estómago o colón.
La comida rápida no es un juego y no debería estar integrada en la dieta semanal de ninguna persona, una cosa es el consumo ocasional (muy) y otra el consumo habitual de estos productos. Al final cada persona decide como quiere vivir su vida, pero en este artículo te contamos cómo afecta a corto y largo plazo la comida basura:
Incremento del azúcar en sangre en el corto plazo
En los primeros 10 minutos, debido a su altísima cantidad de calorías (540 caloría tiene por ejemplo una hamburguesa promedio de las cadenas más conocidas) se incrementa considerablemente el nivel de azúcar en sangre, el cerebro inmediatamente comienza a liberar dopamina, sustancia asociada al placer.

Esto, sumado con los altos niveles de jarabe de maíz de fructosa y de socio contenidos en estos productos provocan una especie de engaño al cerebro para dar una sensación de hambruna considerable. A largo plazo, comer en exceso conduce a la obesidad, diabetes y las enfermedades cardiovasculares, la comida rápida como indicamos contribuye a las comilonas por esta sensación de no saciar el hambre.
Esa hamburguesa promedio contiene 970 miligramos de sodio, a partir de los 30 min empieza a provocar una deshidratación importante en el cuerpo, los riñones y el corazón trabajan a altas revoluciones y vuelven a dar al cuerpo esa sensación de necesitar más comida, más dulce, más sal.
Los picos de insulina
A los 40 minutos la absorción del jarabe de maíz ya es casi completa y a su paso por el tracto gastrointestinal provoca picos de insulina y nuevamente más ganas de seguir comiendo. Al final, todos los aditivos y sustancias que lleva contribuyen a dar al cuerpo la sensación de tener mucha más hambre de la que tienen para que sigan pidiendo y consumiendo sus productos.
Toda la cantidad de grasa que tienen los productos de comida rápida se empieza a digerir a la hora del primer bocado, pero el cuerpo tarda hasta tres días en digerirla por completo, pero el cuerpo sigue consumiendo las gasas trans hasta más de 50 días después.
Efectos negativos a largo plazo
Aumento de peso y sensación de hinchazón
A los productos de comida rápida les añaden de forma artificial aditivos como el glutamato monosódico, nitrito de socio, sacarina sódica, el bicarbonato de socio y el benzoato de socio; actúan tanto para aromatizar el producto como para conservarlo.
Sin embargo, lo que provocan todos estos aditivos es elevar el consumo de sal/sodio recomendado de una forma muy elevada.
Al día se recomienda no ingerir más de 2.300 miligramos de sodio y un solo producto de comida rápida ya suele llevar más que esa cantidad. El exceso de sodio provoca que el cuerpo retenga líquidos, hipertensión arterial, problemas para el riñón por el esfuerzo extra para eliminar los desechos, una mayor incidencia de osteoporosis en el futuro o la aparición de úlceras en el estómago o incluso cáncer.

Grasas saturadas, un enemigo para el cerebro
No solo perjudican el aspecto físico o la salud cardiovascular, la inmensa cantidad de grasas saturadas perjudica el funcionamiento del cerebro y la memoria. Los colorantes y conservantes artificiales como el benzoato de sodio aumentan la hiperactividad y la falta de control para evitar la ansiedad y el estrés.
Además, es más fácil desarrollar una depresión: las personas que comen alimentos basuras son un 51% más propensas a la depresión.
Otros efectos a largo plazo: daño en dientes o piel
La salud bucodental se ve gravemente afectada por la cantidad de ácidos que tienen estos productos, la mayoría provoca una mayor aparición de caries por lo difícil que es eliminar el sodio en su totalidad, además que ya perjudica desde el momento que se ingiere hasta que se lavan los dientes.
Los azúcares, la harina refinada y los carbohidratos aumentan la aparición de acné o exceso de sebo.
Cómo afecta la comida basura al rendimiento deportivo
El talento en la élite es un aspecto diferencial pero no tanto como en el pasado por la igualdad física que hay actualmente. Eso sí, en el momento que un profesional descuida su aspecto físico el talento poco puede hacer y la comida basura puede ser una bomba de relojería en el rendimiento de un deportista.
Los compuestos químicos, las grasas, conservantes y colorantes de la comida basura obligan al páncreas, hígado y riñón a trabajar en exceso, provocando que el corazón bombee más sangre y trabaje más de lo normal. Al final, el deportista pone al cuerpo al límite y si ese cuerpo ha estado con sus órganos trabajando al máximo por culpa de los alimentos que ha ingerido funcionará peor, no llegará a los límites a los que ha estado compitiendo y las lesiones serán mucho más frecuentes, la digestión será distinta, provocando cambios en los ciclos de recuperación y descanso de los atletas. Incluso los problemas bucodentales pueden ser muy perjudiciales específicamente para los deportistas, la higiene dental está muy relacionada con etapas de malo rendimiento y la aparición de lesiones musculares.
Hay que dejar claro un hecho, ningún deportista que llega a la élite y se mantiene en ella, come habitualmente comida basura, por mucho que promocionen y anuncien que de vez en cuando comen estos productos… necesitan un rendimiento tan excepcional que es imposible que no coman bien y sano.
La dietista experta en deporte Júlia Farré, afirma que el consumo ocasional puede que no afecte al peso, composición corporal o rendimiento deportivo, pero siempre será más perjudicial que el consumo de otros alimentos más saludables.
En su libro La dieta inteligente para runners, la propia Julia Farré describe con todo detalle cómo debe ser una planificación nutricional adecuada para un deportista y cuáles son los alimentos y estilos de vida que se deben evitar para no perjudicar el rendimiento.
- González, Juana M.ª (Autor)
Como todo, en sí el producto no es malo, una pizza cocinada en un restaurante con productos naturales puede ser un gran producto alimenticio y no tiene nada que ver con la pizza que sale de una cadena rápida. A su vez, Julia, indica como otro de los productos prohibidos para los deportistas son las bebidas energéticas y los refrescos. Azúcar en cantidad exageradas y dañinas para el cuerpo y sustancias carbonatadas que provocan daños críticos en la salud.