
Cómo evitar la zona de confort en nuestro entrenamiento
Queréis fama, pero la fama cuesta, y aquí vais a empezar a pagar con sudor; quiero veros sudar y cuanto mejor lo hagáis más os voy a pedir que trabajéis y sudéis. Quizás los más jóvenes no os acordéis de esta escena de la serie Fama, pero creo que para empezar este artículo, conviene recordarla:
En los entrenamientos, a todos nos cuesta entrenar por encima de nuestro umbral anaeróbico. Y es que duele, y mucho. Y cansa. Y nos saca de los terrenos a los que estamos acostumbrados. Nos saca de nuestra famosa zona de confort. ¡Ay, la zona de confort!
A todos nos gustan las comodidades, en todos los ámbitos de la vida: el trabajo, las relaciones sociales... Y en el deporte. Nos acostumbramos a unos ritmos, a unos niveles de exigencias, y cuando nos obligan a salir de ahí, protestamos, nos inventamos excusas y argucias para intentar evitarlo. Pero no, si nunca salimos de la zona de confort, terminaremos desmotivándonos, perdiendo el tiempo y no desarrollar nuestras facultades.
¿Y qué hacemos para evitar que la zona de confort pueda con nosotros?
Pues en primer lugar hay que evitar repetir siempre los mismos ejercicios, esos que conocemos y que dominamos a la perfección. Al fin y al cabo trotar en 155 ppm sabemos todos. Unos aguantarán cuarenta minutos, otros serán capaces de estar trotando seis horas seguidas. Pero hay que evitarlo, porque con la ley del mínimo esfuerzo no vamos a ningún sitio.
Así que mi primera recomendación es cada cierto tiempo, cambiar las rutinas de entrenamiento. Esto nos ayudará a que estemos alerta y expectantes. Por otro lado, dentro de los entrenamientos, también hay que hacer ejercicios que nos hagan sacar de la rutina. Por ejemplo, mirad, con la misma distancia, qué distintos son estos tres ejercicios:
- 50' corriendo.
- 5' de calentamiento + 8x(2' ritmo medio + 2' ritmo fuerte + 1' a full) + 5' de vuelta a la calma
- 20' a ritmo medio + 20' a ritmo fuerte + 10' a full.
En los tres casos estamos cincuenta minutos corriendo, pero en el segundo y tercer entrenamiento os puedo asegurar que vais a terminar sudando como si no hubiera mañana y con sabor de sangre en la garganta. ¿Por qué? Pues porque incluimos tramos en los que tenemos que darlo todo, absolutamente todo, y a eso no estamos acostumbrados. Eso duele.
Así que ya sabéis, para salir de la zona de confort, hay que meter sesiones de alta intensidad. Ya sea corriendo, ya sea nadando, ya sea pedalando, aprovechad algún momento de vuestro entrenamiento para incluir algún ejercicio de este tipo. Por ejemplo, si salís tres horas co la bicicleta, buscad algún repecho a media sesión en el que dar absolutamente todo.
Y recordad: fuera de la zona de confort nuestro cuerpo estará diciendo que no puede más, que va a reventar, que ni un paso más. Pero tenéis que vencerlo porque ese momento de la sesión será, sin duda, la que más nos esté ayudando a mejorar como deportistas.