Consecuencias (reales) de la inactividad física y el sedentarismo
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Salud y Nutrición / Consecuencias (reales) de la inactividad física y el sedentarismo

Consecuencias (reales) de la inactividad física y el sedentarismo

La inactividad física y el sedentarismo son dos grandes malas de la sociedad actual. Una encuesta reciente afirmaba que una de cada tres personas no encuentra el tiempo suficiente para incorporar el deporte a su rutina. De hecho, el 22% de la población encuestada no practica ningún deporte, ni aunque sea de forma espontánea.

La encuesta, que situaba a España en el grupo de cabeza del sedentarismo europeo, ponía de manifiesto un aumento claro de la población sedentaria, cuanto menos alarmante.

En este contexto, un nuevo estudio de Kerr y Booth, (2022) insiste en el hecho de que la inactividad física y el comportamiento sedentario son los principales contribuyentes a las enfermedades endocrinas y metabólicas. Además, es la cuarta causa de muerte mundial.

sedentarismo
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Se ha demostrado que el reposo en cama induce resistencia a la insulina, reduce el VO2Max o aumenta la presión arterial, entre otras consecuencias. Además, las personas clasificadas como físicamente inactivas tienen 1,4 veces más probabilidades de desarrollar demencia y 1,75 veces más probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares.

Por otro lado, el envejecimiento y la disminución de los niveles de actividad física provocan sarcopenia y atrofia muscular, que se asocia con un mayor riesgo de muerte prematura.

Pero hay mucho más. Esta es la amplia lista de consecuencias que la inactividad física y el sedentarismo tienen en nuestros órganos, tejidos y salud general.

Sistema nervioso

A nivel cerebral se incrementa el riesgo de demencia, así los niveles de Beta-amiloide (proteína relacionada con la enfermedad de Alzheimer) y la resistencia a la insulina en el cerebro.

Sistema cardiovascular

La inactividad física y el sedentarismo aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares (insuficiencia, colesterol, anginas de pecho, etc.), de aterosclerosis (acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias dentro de las arterias y en sus paredes), así como la presión arterial.

Por otro lado, estos hábitos disminuyen el VO2Max (la capacidad máxima de nuestra sangre de transportar oxígeno), la velocidad de cizallamiento (fuerza, por unidad de área, que el flujo sanguíneo ejerce en la pared vascular) y flujo sanguíneo periférico (arterias y venas que transportan sangre hacia y desde los músculos de los brazos y las piernas y los órganos del abdomen) y la función microvascular (vasos sanguíneos con un diámetro igual o menor a 100 micras que permiten que la sangre sea distribuida homogéneamente para realizar eficazmente su función).

Hígado

En cuanto al hígado, la inactividad física y el sedentarismo aumentan el riesgo de diabetes tipo II, eleva la resistencia hepática a la insulina y la acumulación de triglicéridos (grasas)

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Músculos

La inactividad física y el sedentarismo tienen graves consecuencias para nuestra musculatura. Desde aumentar el riesgo de sarcopenia y las emisiones de H202 o peróxido de hidrógeno (que puede causar daño celular en elevadas cantidades), pasando por daños en la unión neuromuscular, hasta disminuir el volumen de oxígeno muscular, la captación de glucosa, la sensibilidad a la insulina o la eficiencia mitocondrial.

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