
Crónica desde el podio - Ironman 70.3 Whistler
Whistler es de esos sitios mágicos, montañas imponentes, lagos increíblemente cristalinos, naturaleza a lo bestia, escenarios dignos de El Renacido.
Antes de entrar en materia os pongo en situación para ubicarnos y saber de lo que estamos hablando…
Localizado a 120km al norte de Vancouver y con unos 14.000 habitantes, Whistler es un pequeño (a la par que precioso) pueblo situado entre montañas donde está la que es considerada mejor estación de esquí de Norteamérica (según lo que dicen las redes, no soy yo un experto en esquí diosmelibre!). Fue junto con Vancouver la estación anfitriona de los JJ.OO. de invierno en 2010. Con estos datos en la mano ya te vale no saber donde estaba Whistler…
Dicho esto vamos al tema. Se disputaban distancia Ironman y distancia Ironman 70.3. Con más de 1500 participantes en la distancia larga y casi 600 en la media distancia os podéis imaginar la cantidad de triatletas por metro cuadrado que había en el pueblo, apestaba a triatlón!
Nunca hay un triatlón igual que otro y esto es algo que he aprendido con el paso de los años. Te acuerdas de cada uno por distintas anécdotas que te suceden. En mi caso, este lo recordaré por varias anécdotas. La primera es porque estoy seguro de que tuve más pulsaciones por minuto el sábado que el propio día de la carrera.
Me explico, a pesar de vivir en Canadá conservo costumbres españolas y como buen español el sábado me desperté tarde, desayuné con calma y sin prisa pusimos rumbo a Whistler para llegar allí después de comer. La calma se me fue a la p*** cuando llegué con mi mejor sonrisa a recoger mi dorsal y me dicen que el registro se cerraba a las 12 de la mañana, si amigo, a las 12 de la mañana! A esa hora aún estaba en pijama!

Tras un pequeño ataque al corazón conseguí que me facilitasen un número de emergencia para explicarles mi retraso (mental) y que me dieran alguna solución, que yo había llegado con ganas de reventar el crono y no me podían dejar sin competir. Después de varios trámites conseguí mi dorsal, mis pegatinas y todo lo necesario para poder competir menos el chip que en el fondo es lo más importante. A pesar de todo este susto pude relajarme y disfrutar del ambiente increíble que había en el pueblo y disfrutar del increíble despliegue que había hecho allí la organización.
El domingo tocaba madrugón. La salida del 70.3 era a las 8:45 pero las transiciones cerraban a las 7 para dar la salida de los Ironman y darles tiempo a nadar antes de empezar los “peques” de la media distancia. Y pensarás, si hubieras dejado todo listo el sábado no te hacía falta madrugar… Pues no, había que ir antes a dejar geles/barritas/comida porque estaba prohibido dejar las cosas el día anterior para no atraer a los osos de la zona (Oh Canada, que maravilla!).
Minutos antes de mi salida tuve oportunidad de ver a Andy Potts (campeón del mundo de Ironman 70.3 en 2007) salir del agua metiéndole cuatro minutazos al segundo, “ay si yo supiese nadar así!” pensaba mientras me enfundaba el neopreno… Sonó la bocina de salida, nos tiramos al agua del Alta Lake, “qué cojones hacemos nadando aquí si estoy viendo nieve en esa montaña de enfrente” pensaba mientras sufría una vez más en el agua…

Ya en la bici mi actitud cambió y empecé a pillar a todo el que se me ponía por delante. Aquí es donde viene mi única queja sobre la organización. Al coincidir el recorrido de las dos pruebas aquello parecía el Tour de Francia en lugar de una prueba donde se supone que no puede haber drafting, algo cada vez más habitual en estas pruebas masificadas pero claro la pela es la pela…
90km y 1100m de desnivel acumulado en un circuito exigente en general aunque con bajadas agradecidas. Después de rodar más de dos tercios del recorrido a una media de 37km/h, llegó el infierno en los últimos km y es que aunque me había mirado la altimetría y sabía que acababa picando para arriba sentía que era mucho más duro de lo que tenía previsto. Las consecuencias las pagué en la carrera a pie como nos pasa siempre a los que nos flipamos en bici.
La media maratón fue como el resto del circuito, una autentica preciosidad. Me descolocó totalmente mis planes en cuanto a tiempos y ritmos ya que los primeros 8 o 10km fueron alrededor de un lago, por camino de tierra rodeado de bosque. Eso hizo que los ritmos no salieran tan bien como en asfalto y que las piernas sufriesen algo más de lo previsto pero bueno, de casa se viene llorado ¿no?
La otra anécdota por la que recordaré esta prueba fue porque Andy Potts me hizo una pasada bastante elegante. Mientras yo peleaba contra mi mismo por no bajar el ritmo el tipo me adelantó con una facilidad como si hubiera salido a correr 5km en lugar de una maratón.
Después de lo infinitamente pringado que me sentí al ver lo que es que un Pro te adelante en carrera por fin empecé a visualizar la meta… Llevaba haciendo números desde que me bajé a correr y no quería hacerme ilusiones, pero si, iba a ser capaz de bajar de 5h en un recorrido donde no estaba para nada seguro de que pudiese lograrlo. 4h 57minutos 31segundos marcaba el crono a mi llegada.
Pero no acaba ahí la cosa! Según cruzo la meta mi bella dama, esa misma que me estaba esperando con una sonrisa en la meta a pesar de haberle hecho despertarse a las 4:30am, me dice que vaya a preguntar porque había entrado poca gente en meta. Estaba tan jodido que no me salían las palabras en inglés pero supe hacerme entender para acabar viendo que si, que había terminado tercero de mi grupo de edad y 34 de 536 de la general. Un pódium en un 70.3! Joder eso si que es un buen recuerdo!
Poco después llegó Andy Potts marcándose 8h20minutos en su Ironman, sacándole 7 minutos al segundo. No perdí ocasión de sacarme una foto con un campeón del mundo, por supuesto!

Nunca había estado en la meta de un Ironman y la verdad es que pone los pelos de punta. Emociones, lágrimas, sonrisas… Pero cuando ves a un nieto abrazar a su abuelo cruzando la meta es cuando ves que esto a lo que nos dedicamos en nuestro tiempo libre es verdaderamente mágico.