
Duatlón de Granollers 2015
Por Xavi Mimoso, triatleta del Cerdanyola CH
Desde Planeta Triatlón me han brindado la oportunidad de plasmar, a aquellos que somos populares, cómo vivimos estas competiciones aquellos que tenemos que estar ahí; los que en un día con suerte, finalizas por el medio de la clasificación, y sin los cuales las competiciones perderían parte de su folklore. Espero que el texto no se os atragante.
De todos los duatlones que se disputan por tierras catalanas, no hay duda que este es el más seguro de todos; si es apto para la F1, está claro que en bicicleta no nos pasaremos de frenada. La amplitud de la pista y saber que en el asfalto no encontremos sorpresas, nos ofrece la oportunidad de lanzarnos a tope hasta que pedalear en vacío.
Diga 33.
33 son los días que llevaba sin correr, ni para pasar un semáforo en rojo. El ultimo entrenamiento de carrera fue el día de reyes, en tierras zamoranas, por la orilla del Duero y con una niebla que nos escarchó por completo, junto a Diego, compañero del club y redactor de Planeta Triatlón, que se desplazó 90Km para hacer una hora de carrera junto a mi, y luego otros tanto de vuelta. Desde ese día trato de recuperar unas rodillas que no pasan por sus mejores momentos.
Presentarse a una competición en estas circunstancias te da una seguridad y tranquilidad que no te la da la mejor de las preparaciones: no vas a competir, no vas a darlo todo, vas a probar como responde el cuerpo, pero no nos vamos a engañar, con un tiempo en mente, que en mi caso era 1h15’, muy lejos de 1h04’ del 2014, y aún así sin la seguridad de poder lograrlo.
Antes de “saltar al ruedo” compite la élite, cuarenta superhéroes que vuelan sobre el asfalto del circuito, y que debido al tamaño de las instalaciones parece que vayan al trote. Pero… Me han pedido que escriba desde otro punto de vista, así que no nos centraremos en ellos.
Se acerca el momento de la salida, breve calentamiento mientras finaliza la competición élite, nos acercamos al arco de salida y, sin “breafing” ni otro tipo de explicación, dan la salida. No hay empujones, no hay tropiezos ni codazos, los atletas van tomando cómodamente sus posiciones y rápidamente todo se estira; desde atrás, y antes de llegar a final de recta, se ve la gran diferencia de ritmos. Yo busco mis referencias, dos amigos y compañeros del club con los que me he propuesto realizar toda la carrera a pie, con el objetivo de evitar que, en un exceso de euforia, me coloque en los ritmos del 2014 (3’30 el 1er. Km). Miro el pulsómetro y vamos bien, 4’00 el primer km. Este ritmo te permite observar, y comentar brevemente, algunas cosas sobre lo que va sucediendo y que en otras ocasiones, estando algo mas adelantado, no puedes ver: atletas con graves problemas en la zancada, camisetas de “Talleres García”, gente muy fuera de forma y que en el km 2 ya están esperando a que pasase el “safety car” (eso si, al km 2 llegaron antes que yo).
El circuito en sí no es duro, tiene su desnivel pero las subidas no son largas, la amplitud de la pista provoca una sensación de inmovilidad, de no avanzar, y sólo cuando el recorrido se retuerce entre las vías de servicio se empieza a notar movimiento, todo se acelera. La parte que transcurre por el parking, ida y vuelta, permite que nos crucemos los últimos con los primeros, animar a los compañeros y algo que tranquiliza, ver que todavía queda bastante gente por detrás, eso me hace ver que quizás mi ritmo no esté tan mal (en el país de los ciegos el tuerto es el rey).
Llegar a la T1 charlando es otra de esas cosas que te puedes permitir cuando vas guardando para poder acabar y que tu bicicleta esté prácticamente sola es una ayuda fantástica. Transición tranquila, para volver a reunir al grupito de 3 que iniciamos la carrera, y que al final se ha quedado en dos unidades.
La bicicleta, por suerte, la hemos podido entrenar algo más, y los primeros desniveles colocan a cada uno en su sitio. El resumen de lo que representa rodar en un circuito, simplemente es ¡GUAU!. No hay sustos con las trazadas, incluso si haces las curvas cuadradas como un servidor, o si el viento, siempre presente en este circuito, te ataca de forma racheada, puedes corregir trazada, por lo que no lanzarse a cuchillo en las bajadas es desaprovechar la ocasión, aunque para algunos el mayor atractivo está en hacer la recta principal levantando pegatinas, ¡y vaya si lo hemos hecho!, aunque en el resto del trazado hayamos sido conservadores, en recta lo hemos dado todo, a eso veníamos.
Este sector lo componen cuatro vueltas al circuito y un total de 19km, es tan divertido que te quedas con ganas de más, y a pesar de lo corto que se hace, hemos tenido oportunidad de ver muchas cosas: ir a vuelta perdida con incontables duatletas, viendo lo rápido que se rueda cuando estás en forma, observar la cantidad de gente que no usa pedales automáticos, cascos colocados en la nuca, bicicletas que no han pasado por un taller en su vida… cosas que para muchos es algo desconocido.
Llegados a la T2, el grupito de 3 que se quedó en 2, finalmente se ha quedado en 1. Decido no esperar.
El último sector empieza en pitlane, en plano pero con cierta inclinación de bajada, sabiendo que la transición bici-correr sería mi punto más débil decido empezar suave, aunque al final el ritmo lo ponen las piernas y no yo, antes de recorrer 100m ya he parado a estirar los gemelos, y no sirve de nada. Llegados a este punto no voy permitir que unos músculos agarrotados no me dejen correr. Y corro, bueno lo intento, y pasados 1’5km corriendo con las piernas de un Playmovil ya no hay agarrotamiento. Finalmente puedo acabar el sector al ritmo objetivo 5’/Km.
Llegar a meta, está bien, pero hasta que no llego a meta y beso a Noemí no acaba mi carrera, es mi medalla, y es la suerte que tenemos aquellos que tenemos una pareja que nos sigue a todas las competiciones y sufren las inclemencias meteorológicas. Sólo tras esto miro el tiempo, estoy dentro del tiempo objetivo 1h14’.
Recoger bolsa, camiseta, algo de comer y de vuelta al coche. ¡Triatletas!, ¡Duatletas!, meted en el maletero del coche una nevera con cervezas, es una gran forma de comentar con los compañeros aquello que más nos gusta hacer un domingo por la mañana, y además estaréis participando en acuñar un nuevo concepto para esto del postureo, ¡botellón post-triatlón!