
El lado oscuro del triatlón: más de 60 muertos compitiendo en los últimos años
Este último fin de semana el triatlón se cobraba una nueva víctima compitiendo. Fue en el Cobra Ironman 70.3 de Filipinas, donde Eric Nadal Mediovillo, triatleta del grupo de edad 45.49 perdía la vida durante el segmento de natación a causa de un paro cardíaco. Pese a lo trágico de la noticia, hemos de lamentar que no es algo infrecuente. El año pasado vimos un caso similar en un media distancia en Houston, otro en Nueva York y otro en Connecticut. En España no nos hemos librado: en 2014, en el primer fin de semana de octubre el triatlón se cobró dos victimas. La primera un holandés de 41 años en el extinto Garmin Triathlon de Barcelona. La segunda, una tinerfeña en el Teide Xtreme al darse un fuerte golpe en la cabeza.
Y no queda ahí: el caso de un triatleta británico en el Ironman de Frankfurt de 2015, fallecido por un edema cerebral varios días después de la prueba, fue sonado y de gran repercusión en los medios. Hace unas semanas fallecía un participante del Ironman de Austria a causa, en principio, de una parada cardiorrespiratoria durante el segmento de ciclismo.
Es extraño, pero el triatlón produce el doble de muertes que una prueba a priori tan exigente como el maratón. Aquí entrarían varios factores en juego, como pueden ser la edad y la forma física. Mientras que en triatlón el Grupo de Edad más poblado suele ser el de 45-49, seguido del de 40-44, en maratón lo más común es encontrar participantes de menos de cuarenta con un amplio bagaje deportista. En triatlón no es así, gran parte de los triatletas son de llegada tardía a la práctica deportiva, imbuidos del boom mediático que está teniendo.
Las estadísticas asustan pero que no cunda el pánico, la muerte súbita del deportista se produce siempre en atletas que padecen alguna enfermedad de base, que en la mayoría de los casos, por desgracia, es desconocida por el atleta y diagnosticada tras su fallecimiento. El deporte es el factor que desencadena la muerte pero la causa no es la actividad física en si sino la enfermedad que padece el afectado. Ya hablamos largo y tendido a cerca de la muerte súbita del deportista en un artículo hace unos meses en esta misma revista. A modo de resumen citaremos que la causa más frecuente de muerte súbita en atletas mayores de 35-40 años es la misma que en la población no deportista, la enfermedad coronaria o ateroesclerosis de las arterias que irrigan el corazón. En los menores de 35 años, la causa más frecuente son enfermedades congénitas o hereditarias de la estructura del corazón, como la miocardiopatía hipertrófica, que se detectan mediante pruebas de imagen como la ecocardiografía o resonancia magnética.
El momento en el cual se produce el evento fatal a lo largo de una competición varía en función de la disciplina deportiva. En los maratones y pruebas de ciclismo se producen más fallecimientos conforme avanza la competición o al final de la misma, lo cual es fácil de entender dado que es cuando el atleta lleva más tiempo compitiendo, más desgaste físico, más deshidratación y más fatiga, tanto psicológica como física. En triatlón, en cambio, la natación es de lejos el segmento más peligroso, a pesar de ser al principio de la competición, cuando el deportista lleva pocas horas compitiendo y sin el agravante de la deshidratación.
Según datos de un estudio elaborado en 2016 por Duke Health, con el título de "El edema pulmonar por inmersión puede causar la muerte en el segmento de natación durante los triatlones", desde 2008 a 2015 habrían muerto entre Estados Unidos y Canadá 58 triatletas compitiendo, 42 de los cuales habrían sido durante el segmento de natación. Kevin Harris, cardiólogo del Minneapolis Heart Institute, calculó la tasa de fallecimiento de triatletas desde 1.985 hasta 2.015. En los últimos cinco años había sido de 1'5 muertes por cada 100.000 participantes. Sin embargo, de 2.003 a 2.011 era bastante inferior: 1 por cada 75.000.
David MacIver, cardiólogo del Hospital Musgrove Park Hospital, en Taunton, achaca los fallecimientos en el segmento de natación al estrés que provocan la temperatura del agua, la incontrolabilidad de las olas y el agobio que supone nadar entre tanta gente. El agua no es un medio en el que por naturaleza estemos cómodos, se produce una aumento de la frecuencia cardiaca y presión arterial, así como una elevación brusca de las hormonas del estrés, como la adrenalina y cortisol. Todo ello constituye una bomba de relojería para cualquier persona afectada de alguna cardiopatía y puede ser el factor desencadenante de muerte súbita, siempre y cuando el atleta tenga una enfermedad cardiovascular de base que le predisponga.
Habría que añadir también la dificultad para detectar, rescatar y reanimar a algún triatleta que tiene algún percance en medio del mar… En un momento de expansión de este deporte, con pruebas que superan el millar de participantes, es operativamente muy complicado percatarse de quién tiene un verdadero problema de salud, más allá de la ansiedad, y ha llegado a perder el conocimiento. No es tan visible como cuando un atleta se desploma en un maratón.
El corazón de atleta
Otro estudio, llevado a cabo por BMJ Open Sport & Exercise Medicine indica que una de las principales causas de muerte súbita en deportistas jóvenes puede ser la Hipertrofia ventricular izquierda. En este punto hemos de detenernos y hacer algunas aclaraciones, dado que existen dos tipos de hipertrofia miocárdica según la causa que la genera y no todas ellas son igual de peligrosas: Por un lado la hipertropia ventricular secundaria, también conocida como corazón de atleta. Es un proceso adaptativo del corazón a volúmenes de entrenamiento cardiovascular elevados. Esta es la hipertrofia más frecuente y se detecta en muchos deportistas de fondo. Suele ser de grado ligero o moderado, reversible y benigna. Al dejar de hacer deporte o bajar el volumen e intensidad, desaparece y no es causa de muerte súbita en ningún caso.
Por otro lado tenemos la hipertrofia ventricular primaria o patológica, llamada tambén miocardiopatía hipertrófica. Es una hipertrofia congénita que nada tiene que ver con el deporte. Esta es mucho menos frecuente que el corazón de atleta, de grado moderado o severo, irreversible y constituye una de las causas de muerte súbita más frecuente en atletas jóvenes de menos de 35 años.
Es muy probable que a algunos de vosotros, como deportistas de larga distancia, os hayan diagnosticado de corazón de atleta o hipertrofia miocárdica secundaria al deporte. El consejo más habitual es, con muy buen criterio, bajar el volumen de entrenamiento o incluso descansar durante unos meses. No os asustéis, la hipertrofia ventricular izquierda no mata, al menos no se ha demostrado que sea causa de muerte. No obstante, es una anomalía de la estructura del corazón y como tal, hay que tenerla en cuenta.
Recomendaciones ante la hipertrofia
La ciencia desconoce el porqué, con el mismo volumen de entrenamiento cardiovascular, algunos atletas desarrollan hipertrofia y otros no. De hecho, teniendo en cuenta la gran cantidad de deportistas de larga distancia que existen, profesionales y aficionados, una minoría de ellos desarrollan un corazón de atleta. Tampoco hay forma de prevenirla dado que no se conoce porqué unos atletas la desarrollan y otros no. Lo único que se puede y se debe hacer es detectarla lo antes posible para actuar en consecuencia. De ahí la importancia de realizarse ecocardiografías periódicas. La mayoría de los deportistas, cuando hablan del reconocimiento médico, se refieren sólo a la prueba de esfuerzo pero ésta, aunque sea útil para muchas cosas, no sirve de nada a la hora de detectar anomalías de la estructura del corazón, para las cuales, hay que realizar pruebas de imagen, como la ecocardiografía o resonancia magnética.
En cuanto a la hipertrofia mala, la miocardiopatía hipertrófica, no nos extenderemos dado que no es una enfermedad propia del deporte sino una patología congénita. No obstante, la actividad física es un factor desencadenante de muerte súbita en los afectos de esta enfermedad. De ahí también la importancia de la realización de una ecocardiografía en todos los individuos que se inicien en la actividad deportiva. La detección de una miocardiopatía hipertrófica es una contraindicación absoluta para la actividad deportiva. Detectarla y prohibir la actividad física a los enfermos es la única forma de prevenir la muerte súbita por esta causa.
Así pues amigos deportistas, es fundamental prepararse y entrenar a conciencia, ponerse metas asumibles y coherentes según el tiempo que llevemos practicando deporte y realizarnos reconocimientos médicos. Mario Mola habló al respecto hace unos años: "Yo ante todo recomiendo que entrenen. El entrenamiento es fundamental. Mucha gente no es consciente de lo que le espera y en lugar de disfrutar la carrera y ser un hobbie se convierte en una tortura o en algo peor. Es algo que se debe preparar a conciencia. Además, imprescindible hacerse una revisión médica general que incluya prueba de esfuerzo y controles cardíacos". A las sabias palabras de Mario Mola, añadiremos que además de entrenar y realizarse una prueba de esfuerzo, es obligada la realización de una ecocardiografía a todos los deportistas de todas las edades con la periodicidad que indique el facultativo, ya que las alteraciones en la estructura del corazón no se detectan en una prueba de esfuerzo.
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