
Ironman 5i50 Vancouver - Crónica de un podio
Pues si, resulta que la marca Ironman no solo organiza aironmanes. Al menos si emparejamos el concepto Ironman como triatlón de larga distancia.
Este domingo pasado tuve la oportunidad de competir en el Ironman Subaru 5i50 en Vancouver, uno de los pocos triatlones de esta distancia que organizan. El 5i50 es el nombre cool que se han buscado para definir la distancia olímpica sin drafting de toda la vida, ya sabéis 1,5+40+10=51,50. Llamadme pureta los amantes de la larga distancia pero para mi, Olímpica sin drafting = triatlón en estado puro oiga.
A lo que íbamos, el Ironman Subaru 5i50 Vancouver tiene todos los ingredientes que todo buen Ironman suele ofrecer, muy buenos servicios a los participantes, excelentes recorridos en el centro de la ciudad, check-in de bicicletas (bicicletones mejor dicho) el día antes, briefing (obligatorio) pre-carrera, marcado de números en el cuerpo, camiseta y medallita de finisher… vamos, que te hacen sentirte un pro sin serlo, eso si, como todo buen Ironman, esto se ve reflejado en el precio.
La carrera empezó a las 6:15am, aquí en esta época del año amanece sobre las 5am y a los canadienses les gusta eso de madrugar… Una de las ventajas de entrenar/competir en ayunas (o casi) es que no necesitas levantarte tres horas antes para digerir el desayuno, soy más de pensar que la energía está en la cena del día anterior. Total que alarma prontito, barrita de pan con aceite y al agua patos!

Salimos juntos en la primera tanda los grupos de edad 18-24 y 25-29. Los cinco minutos de separación entre tandas fueron ideales para alguien como yo que está acostumbrado a desmoralizarse cuando ve gorros de las tandas siguientes adelantarle en un par de brazadas. Agua helada, pero helada, helada! Vamos, lo esperable a estas horas en el Pacífico lo que pasa es que no quieres asumirlo hasta que estas metido en materia. Me lo tomé como una motivación para darme prisa y terminar cuanto antes la natación. Dos vueltas a un recorrido triangular con unas boyas muy visibles, un agua muy limpia y un sol en el ángulo perfecto para molestar cada vez que levantabas la cabeza. Salgo sorprendentemente bien del agua y todavía hay muchas bicicletas en la transición, lo cual me motiva para salir pitando con la bici.
Recuerdo en mis primeros triatlones que cada vez que veía a alguien con un bicicletón en la transición me echaba a temblar pensando que era un auténtico Pro y que tenía que ser imparable en bicicleta… Si todavía mantuviese esa mentalidad el domingo ni me hubiera molestado en presentarme porque aquello parecía una competición interna dentro del triatlón por ver quien llevaba el cohete más caro.
Dicho esto, ya en la bicicleta comienzan tres vueltas con un poco de sube y baja bordeando el Stanley Park. Para que os hagáis a la idea Stanley Park es a Vancouver lo que Central Park a Nueva York, o en menor escala lo que mi añorada Casa de Campo a Madrid. Se trata de una península formada por bosque inmenso y unida a la ciudad como un apéndice de ésta. Lo dicho antes, ideal para un triatlón.
La primera de las vueltas en bici fue de libro, salí solo de la transición sin gente a la vista pero con la motivación por las nubes para dar caza a todo lo que tuviese por delante. Un detalle muy bueno fue que cuando nos escribieron los dorsales en el cuerpo también nos escribían la edad en nuestro gemelo izquierdo, con lo cual las ganas de atacar crecían cada vez que veía a alguien que perteneciese a mi grupo de edad.

La segunda y la tercera vuelta no fueron tan bonitas, empezaban a aparecer triatletas que estaban empezando el recorrido y eso hace las cosas más complicadas en un triatlón sin drafting.
Me quemé en la bici, apreté al máximo y me bajé a correr como una bala. Al igual que al empezar la bici, salí solo y con ganas de seguir machacándome. Pita el Garmin, primer km a 3’40’’. Sabía de sobra que ese no es mi ritmo crucero ni mucho menos pero siempre empiezo a correr fuerte al bajar de la bici y esta vez el corazón aun no me estaba suplicando que aflojase. Lo gracioso vino en el Km 2, todo lo bueno que he dicho de la organización anteriormente se va al traste en una bifurcación sin señalizar. Izquierda o derecha, y claro elegí la que no era... El resultado fue tener que parar, preguntar a un hombrico que me dijo que era la única persona que había por allí corriendo y dar media vuelta para encontrar el recorrido. Salieron unos 500m más, psicológicamente fue una put*** pero tampoco puedo decir que aquello arruinó la carrera… Preferí tomármelo con humor y decirme a mi mismo que estos deben ser los problemas a los que se enfrentan los triatletas pro cuando van en cabeza. Logré retomar un ritmete entre 4’y 4’05’’/km y acabó saliendo un 4’09’’/km de media incluyendo la pequeña excursión y la charla con el hombrico.

La entrada a meta fue digna de un Ironman. Unos doscientos metros de una pronunciadísima pendiente terminando en una curva dejando el arco de meta escondido hasta el último suspiro, para que los espectadores puedan verte sufrir un poco más y para hacerlo más épico todavía y la megafonía bien alta diciendo tu nombre y tu nacionalidad al otro lado del mundo.
Comida en abundancia, cerveza (sin alcohol), medalla de Finisher y fotos y saltos de alegría con la chica que me soporta en el día a día de mis entrenamientos (ella se merece la medalla más que yo por aguantarme). “Lo has petado Dani, lo has petado! Han entrado poquísimos antes que tu.” decía… La verdad es que terminé realmente contento por lo bien que me había sentido pero yo, pesimista por naturaleza, no esperaba nada más. Fue en el metro de camino a casa cuando me dio por mirar la web de resultados en directo (otra punto a favor de la organización) y… “Para, para, para! Que he quedado tercero de mi grupo de edad!” Me marqué un “We have to go back!” en el metro al más puro estilo Jack en Lost.
Por suerte llegué a tiempo para la ceremonia de entrega de premios. No voy a ocultar que me hizo una ilusión infinita, estaba tan nervioso que no sabía ni como coger la plaquita para la foto, supongo que estas cosas también hay que entrenarlas. Y si me ha dado un plus de motivación a dos semanas del Ironman 70.3 en Whistler.
Mi primer podio en triatlón, ¡manda cojones que haya tenido que ser a ocho mil kilómetros de mi casa!