
Ironman: ¿Un reto para todos los públicos?
En respuesta al artículo anterior de Diego acerca de si es pecado caminar en la maratón de un ironman.
Antes de proseguir, lo primero sería definir qué es para nosotros pecado. Para los griegos, el concepto pecado venía a ser algo así como “no consecución del objetivo propuesto”. Posteriormente, el concepto de pecado original se concibe como una transgresión de lo moral, para que en la interpretación de la religión cristiana, se entienda pecado como alejarse del camino o la voluntad de Dios.
Yo no soy teólogo, pero si entendemos Ironman como Dios (y a nivel comercial bien pudiera serlo), caminar en un maratón y no alejarse de la senda del camino de Dios no es en absoluto un pecado. Es más, cualquier esfuerzo individual por mejorarse a uno mismo, con las melladas herramientas que nos ha dado la naturaleza, es muy loable. Puesto que no podemos cambiar nuestra genética, intentemos vivir de manera saludable: comer lo más sano que podamos, hacer ejercicio, confiar en unos mismos. Debe valorarse muy positivamente el esfuerzo de cada persona para enfrentarse a este mundo cruel e intentar ser mejor que en el pasado reciente, aunque sea en pequeños objetivos.
Ahora bien, partiendo de esa premisa, en la que entiendo que todos estamos de acuerdo y nadie minusvalora el esfuerzo que supone hacer un IM, creo que hay una pregunta previa de mayor relevancia: ¿Es necesario hacer un IM para satisfacer nuestro objetivo de autosuperación? ¿Es un reto para cualquier hombre o mujer? Mi opinión, y es solo una opinión, es que no.
Yo estuve en Calella, el pasado domingo, animando a mis compañeros y viendo al resto de participantes. Y la maratón de un IM es un desfile de zombies. Es posible pensar que cada corredor, quizá excepto los 5-10 primeros, tienen una disfunción articular o muscular. Vi correr a gente con sobrepeso. Pero es que también vi correr a gente obesa directamente. ¡Y sí! ¡El mantra comercial de IM te dirá que tú puedes hacer cualquier cosa! ¡El humanismo que hemos abrazado como corriente filosófica actual nos empuja también a pensar que si! Que cualquier cosa que nos propongamos podremos hacerla. Mi duda viene en: ¿es necesario? ¿Qué déficit de autoconfianza te está supliendo el IM que no puedas conseguir con objetivos menores y más acordes con la capacidad física de cada uno? Yo no seré nunca capaz de correr en 2h15’ un maratón. Seguro. ¿Por qué necesitaría yo basar mi objetivo en conseguir esta marca, antes de pasar por otros objetivos?
La respuesta a mi duda, que espero se interprete en el buen sentido, es sencilla. Los retos que nos imponemos, en la actualidad, deben su peso o su valor, a lo espectacular del propio reto. No valoramos en absoluto un reto sencillo. Un reto anónimo. Vivimos bajo una guerra entre trincheras, con carros de combate disparando bombas de publicidad, que van in crescendo. Cada vez más lejos, más rápido, más fuerte. Cuanto más espectacular mejor. Eso que además empuja a nivel profesional al dopaje, empuja a los populares a buscar retos espectaculares. Y un IM es algo muy espectacular y digno de admirar. Mi reflexión quería exponer la duda de cuan necesario es para nosotros hacer un IM y que parte de hacer un IM no es un virus inoculado comercialmente. Con una maquinaria con la que, por descontado, como individuos, poco podemos hacer. Y en esta línea, englobaría todas las animaladas que año tras año van teniendo más adeptos.
En el deporte amateur, una medalla de IM importa lo que la persona que la consigue valora que le importa. A mí me da igual que alguien considere que tiene un valor diferente al que yo creo que tiene, al fin y al cabo, soy yo el que la ha conseguido. Sin embargo, preguntémonos antes, si realmente es imprescindible el valor que nos aporta esa medalla y si no hay otras cosas, mucho menos espectaculares, menos comerciales, y que no se filman con drones y música épica, que nos ayuden en nuestro otro día a día, insuflándonos la confianza y la satisfacción que todos necesitamos.
Foto de portada: sportschau.de