
La marcha cicloturista Pedro Delgado nunca defrauda
El pasado domingo, 14 de agosto, se celebró la XXIII edición de la marcha cicloturista Pedro Delgado, más conocida para nosotros como La Perico. Hay pruebas en el calendario que para mí son básicas y ésta es una de ellas, me encanta esta marcha por su dureza y por el buen ambiente que se respira año a año en el pelotón. En 2015 me quedé sin dorsal por apuntarme tarde y tuve que conformarme con escribir la crónica de La Perico desde la Organización. En 2016 no podía volverme a pasar lo mismo, así que hice la inscripción con tiempo suficiente. Dorsal 839 y todo preparado para la gran cita.

La Perico ha congregado este año a 2.344 ciclistas bajo el acueducto de Segovia. Inscripciones cerradas a finales de julio por haberse completado el cupo máximo de participantes (2.500). Por algo es una de las marchas cicloturistas que no te puedes perder. La XXIII edición de la marcha cicloturista Pedro Delgado ha estado dedicada al que fuera olímpico en Munich 1972, Carlos Melero. El ciclista segoviano que militó en las filas del mítico equipo KAS, Carlos Melero, estuvo acompañado en la salida por varios de los que fueron sus compañeros en los equipos en los que militó.
Entre los participantes había ciclistas de 15 nacionalidades y llegados de diferentes puntos de España. No hay más que comprobarlo cuando te metes en el pelotón y empiezas a ver los maillots de unos clubes y otros. Como explicó el propio Pedro Delgado, le llamaron los ciclistas Michael Rasmussen, para acudir con un grupo danés, y Tony Rominger, con otro de Suiza. Vaya nivel, Maribel.
La marcha mantiene su tradicional recorrido desde 2012, que durante los once primeros kilómetros transcurre de forma neutralizada. El trazado total de 165 kilómetros por las provincias de Segovia y Madrid tiene un perfil bastante exigente con el ascenso de los puertos de Navacerrada, La Morcuera, Canencia y Navafría. Para muestra, un botón:
Fuerte calor en la edición 2016
Si a este pefil le añadimos el calor que ha hecho en esta edición, la combinación es explosiva. Casi era mejor estar subiendo puertos y protegido por los árboles que la zona del final de la prueba desde la bajada de Navafría, donde el calor y el aire de lado fueron mortales. También se registraron algunas caídas de mención durante el recorrido, concretamente cinco ciclistas fueron evacuados al Hospital General de Segovia, aunque sin lesiones de gravedad.
La participación femenina crece poco a poco
Es un placer ver cómo cada año el ciclismo femenino va extendiéndose poco a poco. En 2016 hemos sido un total de 76 mujeres las inscritas a la marcha, lo que supone algo más del 3%. No es una cifra como para tirar cohetes, pero si la comparamos con las 52 de 2015 o las 76 de 2014, la cosa parece que se mantiene. Y mientras siga formando parte del equipo de Planeta Triatlón, os prometo que haré todo lo posible por dar publicidad al ciclismo femenino.
Bueno, al lío y a resumir en unas líneas cómo fue la marcha para mí. La salida, os la podéis imaginar, 2.500 bicis pasando por el arco de salida para activar el chip tiene su aquel. Es tarea más bien de equilibrista que de ciclista el no caerse y hacer un dominó en cadena. Quedamos en la salida los tres mosqueteros:

Nada más pasar el arco de salida, ya nos habíamos despistado todos y era complicado encontrar a alguien en el pelotón. Así que no quedaba otra que ponerse a dar pedales y empezar a subir puertos, que para eso llevamos meses entrenando. Lo bueno de estas carreras es que siempre te acabas llevando una sorpresa y te encuentras en el último puerto a algún conocido que no sabías si estaba delante o más atrás. Llegada a La Granja muy tranquila, y a correr, que empieza a contar el crono y quien más quien menos, todos tenemos un tiempo en la cabeza. Mi objetivo era ir a por el diploma de oro, que en mi categoría supone hacer menos de 6 horas y 15 minutos.

El primer puerto, el de Navacerrada, se me hizo muy llevadero. Empiezas fresco como una lechuga y a esas horas todavía la temperatura te da una tregua, así que hay que aprovecharlo porque conforme avance el día, la cosa va a ser dura. Bajada de Cotos disfrutando de cada curva, ¡¡como me gusta ese puerto!! Enlazamos con el paso por Rascafría y en el giro a la derecha empieza lo que va a ser la subida al segundo puerto del día, Morcuera. El sol empieza a presentarse de tú a tú en las primeras rampas, pero no hay dolor. La subida de este puerto por este lado es bastante llevadera, mucho más que desde Miraflores, así que no hay que temer nada, a coger ritmo y piso, piso, piso -como en clase de ciclo-. Nos plantamos en Morcuera con un tiempo de 2:25:30, la cosa va bien y de energía también voy bien. Paro lo mínimo en el avituallamiento para coger agua, y me tiro en plancha por la bajada. Afortunadamente hay muy poco tráfico de subida y se puede ir rápido en el puerto, aunque siempre con mucha precaución (como dice Pedro Delgado siempre en la salida).
Para los que no conocéis la zona, según terminas la bajada, empiezan las primeras rampas de Canencia, las más fuertes de todo el puerto, con un desnivel del 10-17%. Si has hecho bien los cambios, nada malo debería pasar. Aquí es donde hay que decir eso de "métele todo el hierro", pero nada, son unas rampas y luego ya el puerto suaviza y se reduce a 4 kms más que llevaderos. Ayer la gente animando se volcó con todas las mujeres, era un subidón oír los gritos de ánimo, con mucha gente del equipo Liv por allí. Una vez terminada la subida a Canencia, empiezas a bajar hasta el pueblo para llegar a la carretera que enlaza con Lozoya. Para mí, uno de los tramos más duros. Es de esas carreteras en las que como te quedes sola, estás muerta. Menos mal que conseguí acoplarme a un grupete liderado por un mañico que nos llevó de lujo hasta Lozoya. Allí nos esperaba el último puerto del día con un calor de justicia, Navafría.
Navafría es un puerto que hay que terminarlo como sea. Yo lo había subido hacía unas semanas y no me parece duro. Lo que sucede es que ya llevas 3 puertos en tus piernas y se puede llegar a hacer largo, pero es un puerto muy bonito. Hice grandes amigos durante la subida porque la mejor forma de distraerte es ir hablando con otros ciclistas. Y casi sin darnos cuenta, ya estábamos arriba. A comer y reponer líquidos porque ya no se para hasta la meta. ¿Y a quién me encuentro allí arriba? A mi querido amigo malagueño, Ignacio Cruz Ruiz, que subía con su compañero del Club Ciclista Triple Plateros de Málaga, José Romero Gálvez.
La suerte existe, de eso no tengo ninguna duda. Porque me disponía afrontar sin duda la parte realmente dura de la carrera, que para mí no son los 4 puertos. Lo más duro es el final, los más de 30 kms que te quedan hasta la meta por una carretera sube y baja con fuerte viento lateral. Y allí estaban mis queridos ciclistas del Triple Plateros de Málaga para tirar como dos verdaderos animales en el tramo final. A ellos les debo sin ninguna duda mi diploma de oro en esta edición: 6:09:30. ¡¡Muchas gracias!!!
Una organización impecable
Vuelvo a señalar un año más la perfecta organización de esta marcha, ni un fallo y todo hecho con mucho cariño. ¡¡Gracias a todos y nos vemos en 2017!!