
La última lección de Steve Magness: deja de sabotearte entrenando
Steve Magness es uno de los más reputados entrenadores del panorama internacional. Autor de libros como Máximo rendimiento o La ciencia del running, cada una de sus reflexiones son muy para tener en cuenta.
La última de ellas habla sobre el esfuerzo y la culpabilidad por no alcanzar los objetivos. Tal como ha explicado en su cuenta de twitter, en la que suele colgar sus análisis de entrenamiento y pensamientos, hay una creencia popular que nos lleva a pensar que para rendir más, hay que esforzarse más, y que si no conseguimos mejorar, el problema es la falta de empeño, de motivación o de interés.
Sin embargo, como explica Magness, ese suele ser el problema cuando nos atascamos: "hay que dejarse llevar para avanzar".
Desde su punto de vista, tratar de incrementar el esfuerzo cuando vemos que algo falla, solo conduce "a poner más empeño, y esto deriva en que en ocasiones nos autosaboteemos".

"Nos ponemos más presión y expectativas a nosotros mismos. Renunciamos a la autonomía y al control. Sentimos que, hagamos lo que hagamos, no podemos progresar. Cuanto más duplicamos nuestro esfuerzo, cuanto más acabamos actuando por miedo, y por tener que hacerlo, en lugar de quererlo, intentamos forzarlo".
¿Y entonces qué hay que hacer cuando no vemos resultados?
Para Steve Magness la solución pasa por cambiar el chip. "Para correr rápido, tienes que relajarte, tienes que hacer que sea fácil", explica, citando a Tom Tellez, quien fuera el entrenador de Carl Lewis.
Con el ejemplo de una de sus discípulas, la maratoniana Sara Hall, que dejó de entrenar por tiempos para hacerlo por sensaciones, Magness explica que buscar menos presión no significa dejar de trabajar duro: "significa prepararse y seguir entrenando, pero cuando llega el momento de actuar, hay que dejarse llevar, que es lo que nos va a liberar de la presión".

Y continúa argumentando en esta línea: "dejarnos llevar no es dejar de preocuparnos, significa apartarnos de nuestro propio camino, soltar la tensión y el malestar. Dejas que tu cuerpo y tu mente hagan lo que tienen que hacer".
También asume que tomar esta perspectiva no es fácil, que va en contra de lo establecido y lo que tenemos grabado a fuego: "cuando nos importa el resultado, la tendencia es tratar de controlar todos los aspectos, tratando de que nada quede a la improvisación, y eso conduce a más tensión, y la tensión conduce a más errores".
"Forzar el esfuerzo hace que nuestra motivación pase de ser intrínseca a centrarse en un resultado", explica. "Y si hay algo que podemos aprender de décadas de investigación sobre la motivación, es que la motivación intrínseca es mucho más poderosa a largo plazo".
Entonces, la clave está en la seguridad que tengamos en nosotros mismos. Y es el aspecto a trabajar, porque, por el otro lado, "la inseguridad conduce a las falsas esperanzas de controlar, microgestionar y esforzarse en exceso, como si eso ofreciera la certeza de mejorar".
La conclusión es clara: "A veces es mejor simplemente tener fe en ti mismo o en tu gente -la que nace de la confianza de saber que has hecho la preparación adecuada- y luego dejarte llevar".