
¿Qué piensan nuestros hijos de tener un triatleta en casa?
¿Te has preguntado alguna vez qué piensan tus hijos de tener un triatleta en casa? Normalmente siempre hablamos de cómo "sobrellevar" este deporte con nuestras parejas, de cómo hacer atractivo el triatlón para alguien que no lo vive como nosotros, o incluso te hemos dado algunos trucos para hacer atractivo un viaje a una prueba enmascarado en forma de viaje de ocio. Pero pocas veces les preguntamos a los más pequeños cómo se lleva eso de ver a tu padre o a tu madre siempre enfundado en unas mallas o en un maillot de bici, lleno de cascos, gafas de todo tipo y zapatillas de todos los colores y marcas. Hemos hecho un pequeño sondeo y además de reírnos todo lo que hemos querido con las respuestas que nos han dado, también hemos hecho un ejercicio de seriedad para extraer unas líneas generales que nos hacen reflexionar.

Estas son las 5 conclusiones de lo que piensan nuestros hijos de tener un triatleta en casa
Hacen lo que les gusta, pero les vemos poco en casa
Si ya sabíamos que tener un padre o un madre triatleta mola, y mola mucho. Pero uno no se hace triatleta entrenando media hora al día. Uno se hace triatleta dedicándole muchas horas a la semana y unas cuantas al mes. En el fondo los niños aprecian que seas triatleta, porque haces lo que te gusta, pero te ven poco por casa. Ojo, que con esto no queremos crearte un remordimiento de conciencia que no va a llevarte a ninguna parte a estas alturas. Simplemente queremos que seas consciente de que ellos se dan cuenta del tiempo que le dedicas al deporte y, aunque les gustaría que estuvieras jugando con ellos, saben que eso te hace feliz. Y, como los niños son muy sinceros, no pueden entender que gustándote, dejaras de hacerlo.
Parecen mucho más jóvenes que los padres de mis amigos
Este punto es para sacar pecho. Te ven como su hermano mayor. Como ese colega que todos quieren tener cuando son pequeños y se acaban topando con unos padres al uso. Si es que vas a recogerles al colegio y no te sientes identificado con el resto de padres, ¿no te ocurre? Parecen abuelos a tu lado. Y eso que no te han visto acoplado con tu mono de triatlón dándole a la bici como un loco. Ni un gramo de grasa te sobra, fibra pura, acero para hacer barcos tus cuádriceps. Ahí sí que están orgullosos de tener un triatleta en casa, con espíritu joven por dentro y por fuera, con ilusión y ganas de competir.
Tenemos mejor material deportivo que el resto de nuestros compañeros
A ver, quien más quien menos a muchos hijos de los aquí presentes les han caído ya sus primeras Noosa tri, ¿o no? Y si tienen que hacer atletismo, nadar o lo que sea, no les compramos lo primero que vemos en un gran almacén dedicado al deporte, sino que intentamos equiparles como a nosotros nos gusta salir a entrenar. Muchas veces perdemos un poco el norte. Porque los niños crecen a una velocidad de vértigo, y en apenas unos meses ya no les vale la ropa que con tanto cariño les habíamos comprado.

Las distancias son menos distancias
Cuando estás acostumbrado a escuchar en casa que una salida en bici consiste en hacer al menos 120 kms, lo de veranear a menos de mil kilómetros como que no tiene sentido. Y lo de salir a dar vueltas en bici a la manzana les parece hasta un chiste a tus hijos. Ellos conciben las distancias en otra dimensión. Por eso no pueden entender que haya gente que vaya a comprar el pan con el coche. Este punto les abrirá sus miras a largo plazo, estoy segura, porque entienden desde muy pequeños el concepto de pasarte un día entero al aire libre, disfrutando del aire sobre tu cara, sin tocar un vídeojuego o estar en casa encerrado enchufado a la televisión.
Kona debe ser algo así como Disneyland
En tu casa hay un destino al que siempre se ha querido ir. Se llama Kona y está en Hawaii. Es todo lo que saben sobre esta isla que ejerce un poder de atracción mágico en casa. Y claro, ¿cómo hacerles entender lo que significa para ti la Meca del triatlón? Para ellos Kona debe ser algo parecido a un gran parque temático donde poder nadar en sus playas, montar en bici o correr hasta el infinito. Es todo lo que hemos podido averiguar, porque si les dices que te sitúen Kona en un mapa, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.