
Qué es la agilidad y cómo se trabaja
El mundo deportivo está repleto de términos técnicos que pueden sonar complicados para muchos. Uno de ellos es la "agilidad". Si bien es una palabra que todos han escuchado alguna vez, no todos comprenden su verdadero significado en el ámbito deportivo. Entonces, ¿qué es exactamente la agilidad y cómo se trabaja? ¡Vamos a descubrirlo!
Agilidad: más que rapidez
La agilidad no se trata simplemente de ser rápido. De hecho, se define como el movimiento rápido de todo el cuerpo con un cambio de velocidad o dirección en respuesta a un estímulo. Imagina a un jugador de fútbol que se mueve hábilmente esquivando a sus oponentes; eso es agilidad en acción.
En los deportes de resistencia, como triatlón de media o larga distancia, maratón en carrera a pie o cicloturistas si nos subimos a la bicicleta, estamos acostumbrados a tratar de gestionar la fatiga y la aparición del cansancio como factor clave.
Sin embargo, la agilidad también juega un papel crucial en estos deportes, aunque no de la manera que uno podría esperar.
Cambios de ritmo y terreno
En deportes de resistencia, especialmente en carreras de montaña o ciclismo en terrenos variados, la habilidad de cambiar de dirección y velocidad rápidamente es esencial. El terreno puede variar, con giros, descensos y pendientes inesperadas, y la capacidad de adaptarse a estas variaciones sin perder energía o tiempo es fundamental. Aquí, la agilidad entra en juego permitiendo a los atletas ajustarse y responder eficientemente.
Prevención de lesiones
La agilidad ayuda en la prevención de lesiones. La capacidad de reaccionar y adaptarse rápidamente a obstáculos o desequilibrios puede evitar caídas o torceduras. Por ejemplo, un corredor que tiene buenos reflejos y agilidad puede evitar torcerse un tobillo al pisar una piedra o un hueco en el camino.
Eficiencia en movimientos
En los deportes de resistencia, conservar energía es clave. La agilidad permite realizar movimientos más precisos y controlados, lo que puede reducir el gasto energético. Por ejemplo, un ciclista que puede maniobrar ágilmente evitará frenadas y aceleraciones innecesarias, ahorrando energía.
Toma de decisiones bajo fatiga
Después de horas de esfuerzo, la capacidad cognitiva puede verse afectada. Aquí es donde la agilidad mental entra en juego. Decidir cuándo acelerar, cuándo hidratarse, o cómo responder a un oponente son decisiones que, tomadas correctamente, pueden significar la diferencia entre ganar o perder.
Táctica y estrategia
En carreras de larga duración, la táctica es esencial. La capacidad de adaptarse a las tácticas de otros competidores o cambiar la estrategia según las circunstancias (como el clima o el propio estado físico) requiere agilidad mental.
Entrenamiento cruzado
Muchos atletas de resistencia incorporan entrenamientos de agilidad en su rutina, aunque no sean específicos para su deporte. Esto se hace para mejorar la coordinación general, el equilibrio y la capacidad de respuesta, cualidades útiles en cualquier disciplina.

Los componentes de la agilidad
Para entender mejor la agilidad, es necesario desglosarla en sus componentes principales. Estos se pueden dividir en dos categorías: cambio de dirección y velocidad, y percepción y factores de toma de decisiones.
- Cambio de dirección y velocidad: Esto se refiere a la capacidad física de cambiar de dirección mientras se corre a gran velocidad. Aquí, habilidades como la fuerza de las piernas, la velocidad de sprint en línea recta y la capacidad para cambiar de dirección rápidamente son fundamentales.
- Percepción y factores de toma de decisiones: Estos componentes cognitivos son cruciales en tareas que requieren una reacción a estímulos no esperados, como cuando se juega un partido y se debe responder rápidamente a la dirección de un balón.
Diferencia entre habilidades abiertas y cerradas
Dentro del ámbito deportivo, se pueden encontrar dos tipos de habilidades: las abiertas y las cerradas. Las habilidades abiertas implican responder a estímulos imprevistos. Por otro lado, en las habilidades cerradas, como cuando un velocista se prepara para correr en respuesta al disparo de una pistola, la reacción es ensayada y planeada de antemano.
Mejorando la agilidad
Dado que la agilidad involucra tanto habilidades físicas como cognitivas, mejorarla requiere un enfoque holístico. Algunas estrategias incluyen:
Entrenamiento de sprints
El sprint es una herramienta esencial para aquellos que buscan mejorar su agilidad. Pero, ¿por qué es tan relevante? Bueno, cuando se habla de agilidad, se trata de la capacidad de acelerar, desacelerar y cambiar de dirección rápidamente.
El entrenamiento de sprints se centra precisamente en ejercicios para desarrollar aceleración y velocidad máxima.
Sin embargo, es vital recordar que la relación entre el rendimiento de un sprint en línea recta y la velocidad al cambiar de dirección (COD) puede ser débil. Por lo tanto, es crucial complementar el entrenamiento de sprints con otros ejercicios.
Ejercicios de cambio de dirección
El cambio de dirección es un componente fundamental de la agilidad. Aquí no solo se trata de correr en línea recta, sino de hacer giros, cortes y otros movimientos rápidos.
Para mejorar en este aspecto, es beneficioso practicar ejercicios específicos que desafíen la capacidad de cambiar de dirección bajo diferentes escenarios y a distintas velocidades.
Estos ejercicios pueden variar desde simples cortes hasta movimientos más complejos que involucran giros y cambios de dirección a alta velocidad.
Trabajo cognitivo
Aunque la agilidad tiene un fuerte componente físico, el aspecto cognitivo no debe pasarse por alto. La capacidad de responder rápidamente a estímulos inesperados, ya sea una pelota que cambia de dirección o un oponente que hace un movimiento imprevisto, es esencial para ser ágil.
Aquí es donde entran en juego las habilidades abiertas, aquellas que requieren que los deportistas respondan a estímulos sensoriales o situaciones inesperadas.
Una excelente manera de trabajar en este aspecto es practicar deportes o actividades que presenten un alto grado de incertidumbre, como el fútbol o el baloncesto. En estas actividades, no hay dos situaciones iguales, y la capacidad de reaccionar y tomar decisiones rápidamente es esencial.