Efectos metabólicos y cardiovasculares de la obesidad
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Efectos metabólicos y cardiovasculares de la obesidad

Mientras los avances recientes en el cuidado de la salud mejoran la lucha contra los trastornos cardiometabólicos y prolongan la esperanza de vida, la creciente existencia del estrés metabólico y los riesgos asociados a la obesidad (resistencia a la insulina, diabetes, hipertensión y dislipidemia) plantea grandes desafíos para nuestra salud.

Según la Encuesta Europea de Salud, en 2020, un 16,5% de hombres y un 15,5% de mujeres (+18 años) padecían obesidad en España, mientras que esos datos rondaban el 7-8% en 1987. En cuanto al sobrepeso, un 44,9% de hombres y un 30,6% de mujeres sufrían sobrepeso según esta misma encuesta.

La ciencia ha demostrado que existe una estrecha relación entre algunas de las enfermedades crónicas relacionadas con la edad como la obesidad, la hipertensión arterialniveles altos de triglicéridosniveles bajos de colesterol HDL -el colesterol “bueno”- o el “azúcar” en sangre (glucemia) por encima de valores recomendados.

Estas enfermedades suponen un estrés para la función cardiovascular, fomentando el envejecimiento cardiovascular prematuro y poniendo en peligro nuestra salud cardiometabólica.

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En el caso de la obesidad, los resultados de numerosos estudios sugieren que "la obesidad tiene un papel importante en el desarrollo de alteraciones comprendidas en el Síndrome Metabólico".

La dislipidemia, la resistencia a la insulina o la hipertensión, que representan factores de alto riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, son algunas de ellas, tal y como recogen Contreras-Leal y Santiago-Garcia (2011) en un estudio sobre "Obesidad, síndrome metabólico y su impacto en las enfermedades cardiovasculares".

Entre los efectos metabólicos y cardiovasculares de la obesidad, un estudio de Ren et al (2018) recoge una amplía lista en numerosos órganos y tejidos.

Hígado

Aumenta la sensibilidad a la insulina, la esteatosis hepática (acumulación de grasa en el hígado), la inflamación y la producción de glucosa hepática. Todo esto se se traduce en la alteración de la glucosa y los lípidos y en un aumento de la inflamación hepatocelular.

Huesos

Reduce la osteoclastogénesis (proceso que regula la resorción y la densidad ósea) y aumenta la adipogénesis (formación de adipocitos o células grasa) y la apoptosis de osteocitos (muerte de las células que junto a los osteoclastos conforman el tejido óseo).

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Vasos sanguíneos

Aumenta inflamación de los macrófago (glóbulo blanco que rodea los microorganismos y los destruye, extrae las células muertas y estimula la acción de otras células del sistema inmunitario) y la disfunción endotelial (alteración en la relajación vascular), además de reducir el eflujo de colesterol (capacidad que tienen las partículas de HDL de aceptar colesterol de los macrófagos, paso fundamental en el transporte reverso del colesterol).

Estos riesgos de la obesidad pueden desencadenar en enfermedades como la hipertensión y la aterosclerosis.

Corazón

Aumenta la disfunción contráctil (incapacidad del corazón para expulsar una cantidad suficiente de sangre que permita mantener una presión arterial y un transporte de oxígeno adecuado), la remodelación cardíaca (respuesta progresiva del corazón al daño agudo y crónico caracterizada por cambios en el tamaño, en la forma y en la función del corazón. Está relacionada con un mal pronóstico en pacientes con insuficiencia cardíaca) y la arritmia cardíaca (trastorno de la frecuencia cardíaca o del ritmo cardíaco que puede suponer un riesgo inminente para la salud).

Estos problemas aumentan el riesgo de sufrir un fallo cardíaco o enfermedad arterial coronaria.

Riñones

Aumento del volumen plasmático, de la actividad de la renina plasmática (cuando se activa de forma crónica, puede causar un aumento de la presión arterial y daño orgánico) y de la reabsorción de sodio (la retención de sodio por los riñones incrementa la retención de agua, resultando en un incremento en el volumen y presión sanguínea).

La disfunción renal es uno de los riesgos a los que nos enfrentamos aquí.

Tejido adiposo

Reducción de la adiponectina (regula el metabolismo energético, estimula la oxidación de ácidos grasos, reduce los triglicéridos plasmáticos y mejora el metabolismo de la glucosa mediante aumento de la sensibilidad a la insulina) de la sensibilidad a la insulina, de la liberación de adipocinas (proteínas que se producen en el tejido adiposo con funciones en la regulación metabólica energética) y aumento de la adipogénesis.

Todo esto se traduce en una aumento de lipotoxicidad o acumulación de la grasa ectópica. Esta grasa es aquella que se almacena fuera del tejido adiposo y se adhiere o es depositada en el corazón, páncreas, músculo, hígado y riñones, provocando muerte celular o disfunción orgánica.

Músculos

El aumento de la lipotoxicidad muscular (invasión desmedida y patológica de grasas al músculo) es otro de los riesgos de la obesidad.

Tumorigénesis

La obesidad está relacionada con la carcinogénesis, oncogénesis o tumorigénesis: la "creación" del cáncer. Se trata de un proceso mediante el cual las células normales se transforman en células cancerosas.

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