XVIII Carrera del turrón de Arroyo de la Encomienda
XVIII Carrera del turrón de Arroyo de la Encomienda

XVIII Carrera del turrón de Arroyo de la Encomienda

Una cosa he sacado clara de mi participación en la Carrera del Turrón de Arroyo de la Encomienda: Estoy perfectamente preparado para hacer el ridículo en cualquier diez kilómetros a lo largo de la geografía española. Hace poco más de un año hacía 40'40" en Correbarri. Hoy, en la misma distancia, 44'30" Casi cuatro minutos de diferencia. Se dice bien.

Lo bueno es que empiezo a tomármelo con cierto cachondeo, por no decir resignación y humor negro -que aunque parezca lo mismo no lo es-, viendo pasar todo lo que me queda de vida deportiva por delante y comenzando a asumir que recuperar la forma va a ser como ver a Belén Esteban leyendo el Ulysses de Joyce: posible pero improbable.

También es cierto que puedo dedicarme a dominguear en todas las carreras que me apetezca y ya está. Por el precio de los dorsales en Castilla y León, puedo considerar que son entrenamientos cualificados luciendo camiseta del Cerdanyola, y punto pelota. O lo mismo de aquí en unos meses, vete tú a saber, lo mismo me he puesto serio de una puta vez con las comidas, consigo una buena rutina de entrenos, puedo hacer rodillo en casa, no voy estresado en mi rutina diaria, Vermaleen debuta con el Barça, se alinean los planetas y oh albricias, todo vuelve a estar como hace unos meses. Aunque ya lo dudo.

Total, que la carrera de hoy es una carrera cojonuda para disfrutar de la carrera a pie. Tres vueltas de 3'3kms completamente planas, con unos nueve grados y algo de lluvia en la que quien venga bien de forma, se lo pasa como un enano: tres grandes rectas, alguna curva sencillota y nada de tonterías. De hecho creo que el que gana lo hace en treinta y uno, o cosa así.

En lo que a mí concierne, continuando con mi larga saga de despistes, he tenido que correr con el maillot de ciclismo en vez de con la camiseta de tirantes porque no sé donde carajos está: si en mi casa, si en casa de Judit, si en el trastero de mis suegros, si en en el mío o si lo mismo la tiene un señor de Albacete que la encontró en un local de alterne de Cuenca, quién sabe dónde. Aparte he corrido sin reloj: no tenía batería.

XVIII Carrera del Turrón de Arroyo de la Encomienda

Pero bueno, como lo importante es participar, no hay enemigo pequeño y el fútbol es once contra once, ahí me he plantado en la línea de salida junto a unos cuantos Tripis. Primera vuelta cómodo, adelantando gente, en la feliz ignorancia de si iba en Z3 o Z4, aunque con la sensación de que iba forzando más de lo debido. Al fin y al cabo me falta experiencia, no sé calibrar: hacía unos cuantos meses que no corría un 10kms, yo creo que desde la Cursa de Bombers, y como he dicho otras veces, no es una distancia que me guste especialmente. Primera vuelta en 14'46".

En la segunda, noto que ya no hay vuelta atrás y que he superado el umbral anaeróbico ese del que tanto se habla y que litros de ácido láctico corren por mis venas, mujer, así que aunque no quiero, aminoro la marcha y veo como los corredores que tenía como referencia, se me escapan. Ahí es cuando veo pasar mi carrera deportiva por delante y me veo de aquí en tres años aún más calvo, gordo y con ropa del decathlon corriendo en 55'. En la recta de entrada a meta (casi 700 metros), aprieto un poco aprovechando el rebufo de un zagal que me ha adelantado. Segunda vuelta, tiempo acumulado 29'56".

Quedan solo 3'3kms por delante, de los cuales son complicados dos. Me adelanta un pelanas al que había pasado yo en la primera vuelta y me digo a mí mismo que los cojones, que no me va a ganar. Aprieto, aunque tengo los muslos a punto de explotar (suena un poco ridículo decir esto yendo a 4'30" el kilómetro, lo sé), le adelanto en el 7'5 y me distancio. Cuando veo que le tengo ya unos cincuenta metros por detrás, aflojo y pongo una velocidad de crucero que me permita no tener que pararme en la cuneta a echar las galletas con nutella de esta mañana.

XVIII Carrera del Turrón de Arroyo de la Encomienda

En el nueve me adelanta un personal trainer alto y fornido que lleva a rebufo a una MILF de estas que el año pasado decidió que como el running se había puesto de moda, tenía que hacer running, todo maqueada con sus mallas under armour y su camiseta canterbury y sus adidas boost y su pelo recogido y todas esas cosas que llevan las pijas del deporte. Me pongo a cola de ambos (mirando culo, lo reconozco) y me dejo llevar. Nos adelanta un Tripi a cuatrocientos metros de meta. Le sigo. Encima de mal corredor, soy un aprovechao. Entro en meta en 44'30" con los pulmones en la garganta.

Me doy cuenta de que llueve a raudales. Recojo la bolsa del corredor y en cinco minutos estoy en casa. Son las ventajas de correr las carreras de tu pueblo.

La semana que viene otro 10kms en Laguna de Duero para dar un paso más en esta vida mía de #otrogloberodemierda.

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Debo ser de los pocos mortales a los que no les gusta la cursa de bombers. Supongo que en el fondo ya me he debido de acostumbrar a las carreras con pocos dorsales, en pueblos o barrios cercanos, en las que el 90% de los participantes saben a lo que va y no tienes que emular a Ribery zigzagueando para esquivar corredores. El año pasado asistí para acompañar a David y a Pablo, y si mal no recuerdo en medio de una tirada larga; este año la excusa era hacerles de liebre para que hiciesen buena marca.

La cosa es que hoy me reafirmo en mi idea y es más que probable que tarde en volver a correr bombers: Es una carrera con un recorrido precioso, fácil, que si te pones en serio puedes hacerlo con marca -ahí radica me imagino su atractivo- pero en el que o sales en los primeros cajones, o hasta que termina Paralelo no puedes correr cómodo; en el que el afán por salir en los medios hace que cada año haya más participantes y en el que el precio (18 pavos por un diez kilómetros, tela), es para pensárselo dos veces.

Dicho ésto, me había planteado la carrera como un mero entrenamiento para el Maratón de Madrid, así que la idea era levantarme a las seis de la mañana, aparcar en la oficina y dar dos vueltas al recorrido sin que nadie me molestase, a ritmo de maratón, y dar una tercera vuelta junto a Pablo (David ha sido baja finalmente por la microrrotura en el gemelo) llevándole a ritmo para hacer 53'.

He llegado a Plaza Tetuán a las siete y veinte -nadie por la calle, exceptuando a los bienaventurados que vuelven a esas horas de fiesta- y he bajado trotando hasta la salida. Lo primero que he pensado es que hay que reconocer la capacidad innata que tiene la gente de Nike para organizar eventos. Jumbotrón, banda de música, cámaras panorámicas... Todo montándose a esas horas. He empezado sobre las siete y media, y mi intención era llevar ritmo de 5'10" el kilómetro. He salido cumpliéndolo, aunque me he notado cansado de piernas. Ayer entrené cuatro horas (tres de bici, más 7 kms de carrera a pie y algo de aparatos), y en toda la semana acumulo catorce. Tela.

La primera subida a Pararelo me ha costado, e incluso he pensado que qué tirada larga ni qué niño muerto. Que yo volvía al parking, me iba a casa con @juditizquierdo y aquí paz y después gloria. Afortunadamente al entrar en Gran Vía, plano, me he encontrado mejor. La cursa de bombers tiene una ventaja: una vez que pasas Paralelo, se te pasa en un suspiro.

Vuelta por Caspe, subida por Sant Pere -con los camiones descargando el avituallamiento del km ocho- y bajada relajada por Via Laietana, mientras hablaba por whatsapp con Gelo. Primera vuelta en 51'49".

En la segunda me he encontrado mucho mejor e incluso hasta me he divertido, en un deja vú de diez kilómetros. Segunda vuelta en 50'20". Freno, búsqueda de Pablo y Gelo y estiro piernas. Me duelen los gemelos, y tengo miedo de que se me bloqueen al enfriarse. Subo a por la camiseta para la carrera y me doy cuenta de que no tengo dorsal, con lo que tengo que salir en más de sesenta. Oh alegría. No puedo ayudar a Pablo y encima voy a tener que ir esquivando gente.

Nota mental: no soporto a la gente que aplaude, que anima o canta al son de la música en estos macroeventos. En las salidas me gusta estar concentrado, en mi mundo, y estas masificaciones me descontrolan y ponen de mala leche.

He cruzado el arco de inicio cuando la carrera llevaba ya quince minutos. No iba a pillar a Pablo ni haciendo MMP. He intentado avanzar rápido, pero era completamente imposible. Paseo Colón era como un atasco en la autovía camino de Lloret. He entrado en Paralelo asumiendo que sólo me quedaban nueve kilómetros de mi tirada larga, y me he despreocupado. Pese a ello al entrar en Gran Vía, con más espacio, he podido acelerar. Me ha sorprendido poder coger ritmo de 4'20", teniendo en cuenta lo que llevaba acumulado. El resto del recorrido lo he hecho disfrutando del hecho de adelantar gente como si no hubiera mañana. He alcanzado la liebre de 65', la de 60' y la de 55' en Via Laietana. He hecho el último kilómetro en 4'09". Para ser -en teoría- mi km 33 del entrenamiento, no está mal.

En línea de meta, 49'22", lo que suma en los 30kms de mis tres cursas de bombers 2h28'. Teniendo en cuenta que quedan dos semanas para Madrid, muy contento.

Estas dos próximas semanas, a bajar el ritmo.

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Si me dicen hace un año que tras un 41'20" en un diez kilómetros voy a estar descontento, no me lo creo. Y sin embargo, hoy, 6 de abril de 2014, así es.

Tras acabar la semana pasada el duatlón de Cerdanyola pensaba que no iba a competir más hasta el Maratón de Madrid. Dos tiradas largas y a descansar, que la fatiga que acumulo empieza a ser bastante. Pero el mismo domingo por la noche Albert me propuso correr hoy La Llagosta, y como soy incapaz de decir no a una competición, me apunté. Ya haríamos tirada larga el día 13...

El martes hicimos prueba de 10.000 en el club (2 dos miles y un mil), he hice demasiada buena marca para mí: 7'54", 7'51" y 3'40". Según estos cálculos, me saldría un 10.000 a ritmo de 3'55", así que aunque trataba de ser objetivo y decirme a mi mismo que mi objetivo aún está en seguir acercándome a los 40', en mi fuero interno me veía llegando en 39' largos.

Ayer hice tres horas de bicicleta y pesas por la tarde, y en total en toda la semana acumulo once horas de entrenamiento. Demasiado para hacerlo bien en una competición, creo. Y así ha sido. Hemos salido juntos David, Ángel, Oriol y yo. A ritmo fuerte (3'53" el primer kilómetro), pero regulando. Mirando el pulsómetro estaba por debajo de 170ppm, así que bien. El recorrido es plano, salvo tres desniveles cortos (apenas treinta metros), así que es bueno para hacer marca. Al acabar el dos, también en 3'53" he empezado a notarme fatigado y consciente de que estaba yendo más rápido de lo que tendría que ir para estar cómodo. Al fin y al cabo tratar de ir toda la carrera con la lengua fuera es prácticamente imposible.

David y Ángel se me han distanciado unos treinta metros, y yo he seguido a lo mío. Me notaba bajando ritmo y subiendo pulsaciones, así que ya estaba asumiendo que hoy no era mi día. Notaba el esfuerzo de salir demasiado fuerte (con el recuerdo del abandono de Sants en la cabeza) y la fatiga del entrenamiento de ayer. Para terminar de rematar, volvía a dolerme el tibial izquierdo. Mucho cuidado con ello. He tenido ganas de abandonar desde el cuarto kilómetro, aprovechando que estábamos al lado del coche, pero me he obligado a seguir: no puedo coger el hábito de abandonar cuando veo que no voy bien. Queda apretar y sufrir. Y punto.

Pese al sufrimiento he hecho el cinco mil en 19'45". Bien. Está claro que para los duatlones estoy, que la capacidad de apretar en distancias cortas la tengo, pero falta llevarla más allá. El seis y el siete han sido el horror (mal, en 4'23" ambos), pero con la tranquilidad de saber que ya llegábamos.

He logrado incrementar ritmo al llegar al ocho, y de ahí hasta acabar, ritmo uniforme, con dolor en el tibial y fatiga. Al final, ese 41'20" que pese a ser mi segunda mejor marca personal, me hace estar descontento porque sé que con un entrenamiento específico para el diez mil, sin acumular tantas horas y sabiendo regularme, sí que puedo hacer sub cuarenta.

Pero será en otra ocasión. Ya a la vuelta de verano.

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A veces es bueno llevarse un tortazo de realidad, y que ésta te ponga en tu sitio.

Iba a escribir tu verdadero sitio, pero no, al fin y al cabo mi estado de forma y mis tiempos actuales son efímeros, o sustituibles con la persistencia en el entreno, el tesón y las cosas bien hechas.

Recapitulemos. Ayer peté en el Cross Popular de Sants, teniendo que abandonar en el kilómetro cinco. Ahora, que es el momento de analizar el por qué, veo que hay muchas cosas que trabajar y no simplemente centrarse en correr más rápido. Porque no es eso, y no sólo centrándose en la carrera a pie que ahora es como un áccesit. En mi entrenamiento de triatlón quedan muchas cosas por pulir que sólo me atañen a mí.

Ayer, crecido tras el resultado del Correbarri, salí cebadísimo. Carlos me había insistido: "siete kilómetros rondando las 170 ppm y luego, si tienes fuerzas, subes a las 175". Pero salí adelantando a los típicos que quieren ocupar las primeras filas y que en las carreras con cajones ocupan las últimas y de pronto me encontré en un grupo cuyo ritmo rondaba los 3'55". Pese a ser consciente de que ese no era mi grupo, seguí con ellos. Así ya en el km 2 estaba en 172. En el 3, 175, 174 en el 4 y 173 en el 5, al abandonar.

Ahora diremos: En Correbarri fuiste todo el rato por encima de 172. Y sí, es cierto, pero creo que en su momento llegué mucho mejor de forma, habiendo sido serio en los días previos.

El jueves salí de fiesta, bebí un par de vinos y un par de copas, y el viernes ya tuve resaca. Tengo treinta y cinco años y no estoy ya para estas alegrías. El sábado sobreentrené: 1h15' de bici en plano + 30 min de spinning + 1h30' de rodillo.

Teniendo en cuenta que 1h30' de rodillo son 3h de bici, el sábado me lucí. Casi cinco horas de entrenamiento real. #etfelicitofill.

A esto hay que sumar que llevo unos días notando las piernas cansadas, fuera de forma. Los 25 kms de tirada del domingo pasado en la Carrera contra el hambre, que no dejan de ser un entrenamiento para la maratón de Florencia, han hecho mella, así que ayer domingo pagué también el cansancio acumulado.

Si a todo esto le añadimos la mala alimentación que estoy teniendo últimamente, por la ansiedad y el estrés, tenemos un cocktail perfecto para el resultado de ayer. El abandono.

De aquí en adelante, tengo que hacer muchos esfuerzos mentales y físicos:

  1. He de entrenar lo que toca entrenar. Ni más, ni menos. Habrá días en que me apetezca hacer más, y otros en los que cumplir será un coñazo. Pues hay que esforzarse y amoldarse a lo que Carlos dicte. Ha funcionado para ganar en Capillas y rondar los cuarenta minutos en 10kms, y servirá para la preparación del año que viene. Si sobreentreno, todo se irá al garete.
  2. En carrera he de ser consciente de mi condición. Si se dice a 170 ppm, se va a 170 ppm. El cuerpo me puede petar en cualquier momento. Hay que ser mucho más estricto en ello.
  3. La alimentación es vital. Había conseguido bajar a 66 kgs, y estoy en 68. Vale que tengo hambre a todas horas, pero he de cuidar que lo que coma sea sano, y sobre todo, no cebarme en las cenas. He de coger el hábito de comer y merendar más fuerte, para tener el qué quemar y que a la noche el cuerpo no me pida tanta ingesta. Porque si no no bajaré de peso nunca.

A partir de aquí me quedan tres semanas para Florencia, donde el objetivo simplemente es disfrutar. Pero una vez pasado ese 24 de noviembre, empieza la preparación de la temporada de verdad. Y no puedo dejar tantas cosas al libre albedrío.

He dicho.

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