
Test de lactato: ¿es tan imprescindible como nos dicen?
Aquellos que hayan llegado de manera más reciente al mundo del triatlón podrían tener la sensación de que Kristian Blummenfelt, Gustav Iden y su equipo técnico han sido los descubridores del test de lactato (entiéndase la ironía).
Desde la aparición en escena de la Selección Noruega de Triatlón, con figuras tan científicas como Olav Aleksander al mando, el test de lactato ha ganado protagonismo. Ahora parece que está en todas partes: los hemos visto en los vídeos de Blummenfelt e Iden una y otra vez, en el grupo de Roberto Cejuela, en Lionel Sanders, en el grupo de Glenn Poleunis (Marten Van Riel, entre otros) o en Gurutze Frades a manos de Roberto Cejuela. Y en decenas de grupos, entrenadores y deportistas más.
Y no sólo a nivel profesional. Cada vez es más habitual verlo también en deportistas de grupos de edad que, junto a sus entrenadores, tratan de sacar partidos a los beneficios que otorga medir el lactato.

Sin embargo, en nuestro país, figuras reconocidas como Jaime Menéndez de Luarca, Álvaro Velázquez o Pablo Cabeza ya lo usaban hace 15 años. Mientras que el Doctor Jan Olbrecht, figura reconocida en lo que respecta al uso de las pruebas de lactato, ya lo ponía en práctica con Luc Van Lierde en los años 90, tal y como recordaba Velázquez en Twitter meses atrás.
Aunque el test de lactato no es nada nuevo, el triatlón ha conseguido ponerlo ahora de moda. Pero, ¿medir el lactato es realmente tan necesario como creemos? ¿Hasta que punto necesitamos este dato para convertirnos en mejores deportistas?
La escala de Borg, un sustituto fiable del test de lactato
Un estudio reciente (mayo, 2022) llevado a cabo por investigadores brasileños ha demostrado que la escala de Borg también conocida como zonas de entrenamiento por percepción subjetiva del esfuerzo es un sustituto mucho más que fiable para determinar el umbra anaeróbico.
La publicación, titulada Determinación del umbral anaeróbico en cicloergómetro a partir de la valoración del esfuerzo percibido, tuvo como objetivo investigar la validez de la calificación del umbral de esfuerzo percibido para la estimación del umbral anaeróbico durante una prueba incremental.
Para ello, diecinueve hombres físicamente activos y sanos realizaron un teste incremental en un cicloergómetro. La intensidad correspondiente al umbral anaeróbico se consideró como el punto inmediatamente anterior al aumento abrupto de la concentración de lactato en sangre durante la prueba incremental.
En cuanto al umbral de esfuerzo percibido, este se determinó en la última intensidad correspondiente a la respuesta perceptiva anterior a las 15 unidades arbitrarias en la escala RPE de 15 puntos.

Como resultado, el estudio no encontró diferencias significativas entre la carga de trabajo obtenida en el umbral anaeróbico (150 [120-150] vatios) y el umbral de esfuerzo percibido (150 [120-150] vatios). Además, tampoco hubo diferencias entre la frecuencia cardíaca (139,5 vs. 141,9) o el lactato (3,1 vs. 3,1).
En este contexto, los investigadores concluyen que "hubo una fuerte correlación entre las intensidades en umbral anaeróbico y umbral de esfuerzo percibido". Un hecho que evidencia "una importante fiabilidad, así como una importante concordancia entre las intensidades de umbral anaeróbico y umbral de esfuerzo percibido".
El umbral de esfuerzo percibido fue un predictor del umbral anaeróbico, por lo que "se puede concluir que el umbral de esfuerzo percibido es válido para la estimación de la umbral anaeróbico durante un test incremental en un ergómetro de bicicleta".
¿Quiere decir esto que el nuestra percepción del esfuerzo es totalmente válida en cualquier circunstancia para determinar nuestro umbral? Probablemente no. Pero lo que sí queda claro es que si no tenemos acceso a un test de lactato, no debemos preocuparnos. Nuestro percepción del esfuerzo es una herramienta bastante fiable para determinar en qué ritmos debemos movernos.