
Triatlón Olímpico de Palencia 2015
Hay crónicas divertidas, hay crónicas largas y épicas, cargadas de historietas rocambolescas, hay crónicas en las que se te va la mano y te pones empalagoso y luego, por desgracia, hay crónicas tristes que quisieras no tener que escribir, o haber escrito de otra manera. Y que te dan rabia por gente como los amigos del Club Triatlón Palencia, que este finde vieron como una maravillosa fiesta como es la celebración de su triatlón, se vio tristemente ensombrecida por la terrible noticia del fallecimiento el jueves en accidente de tráfico de Víctor Muñoz Leiva -Leiva a secas en el mundillo triatleta-, compañero del Triatlón Pisuerga.
¿Qué os puedo contar partiendo de esta premisa? Pues que el Triatlón Olímpico de Palencia me ha gustado. Ya he hablado en alguna otra ocasión, en otras pruebas, de que cuando las cosas se hacen con cariño, podrán salir mejor o peor, pero existe un alto índice de posibilidades de que terminen saliendo bien. E igual me da que se hagan a lo grande, o de manera más sencilla. Lo importante es hacerlo con cariño. Y aquí se nota que se hace con la ilusión de agradar a quienes vienen, y se procura que las facilidades ganen a los inconvenientes.
Teniendo en cuenta que quizás los mayores inconvenientes para un normal desarrollo de la prueba eran, este sábado, completamente exógenos: fuerte calor (treinta y dos grados a las cuatro y media, hora de celebración de la prueba) y fuerte viento (rachas de hasta 40kms/h en la subida a Autilla del Pino). Así que poco podían hacer los hombres, salvo cuidar que todo estuviese bien indicado (conos, giros y similares) y que hubiese agua de sobra.
Y como se cumplió, y había guardias municipales por doquier haciendo movimientos con las manicas de "por aquí, por aquí, por aquí", y las botellas de agua estaban maravillosamente frías, pues perfecto.
En cuanto a mi participación en la prueba poco que contar. La gente del Tripi, en homenaje a su compañero Víctor, habían decidido la noche del viernes competir todos juntos la prueba, haciendo tanto la bicicleta como la carrera a pie en grupo, esperándose unos a otros si alguno se quedaba rezagado. Dado que entreno con gran parte de ellos, entendí que era de recibo ir a su lado, así que apenas competí.
La natación, por el Carrión, sencilla, y con muy buenas sensaciones, sin forzar en ningún momento e incluso adelantando a bastante gente en el tramo final. Según la federación tardé 30' en completarla; según el Garmin 27''55". Entiendo que la diferencia es por la entrada en boxes, que yo marqué el inicio de la T2 nada más salir del agua, y ellos no tengo ni idea. También hay que tener en cuenta que se utilizó el mismo -y avanzadérrimo- modelo de control de tiempos que en el Olímpico de Rioseco de la semana pasada: tú dame el gorrico, que yo voy apuntando así a ojo el tiempo que has hecho.
This is Castilla.
Total, que al salir del agua, se acabó la prueba. Siete minutos en la transición, esperando que llegasen las últimas unidades del Tripi pendientes, y a partir de ahí un segmento de bicicleta relajado (sin contar las dos caídas que se sufrieron por ir trece personas en grupo, algo a lo que casi nadie estamos acostumbrados) en el que lo mejor fue la segunda ascensión a Autilla, en la que el grupo se desmembró y apenas sufrí, yendo en la parte delantera, y la sensación de ligereza que da posteriormente rodar en plano. Es lo bueno de estas tierras, hay zonas en las que pedalear acoplado es una auténtica maravilla.
Entrada en la T2 y a partir de ahí un circuito por el centro urbano. Cosa, por cierto, que es de agradecer. Igual que en otros triatlones te mandan a hacer la carrera a pie al quinto pino (léase Triatlón Olímpico de Lantadilla, por ejemplo), aquí estás en la zona más transitada de la ciudad, corriendo entre gente de paseo, soportales y jardines. Esto ayuda, sin duda, a que el trago de los diez kilómetros de carrera a pie se pasen más rápido (aunque creo, de hecho, que fueron nueve finalmente). En cuanto a mí, muy bien. Entiendo que por la comodidad de los 40kms de bicicleta, en este último segmento me notaba extremadamente cómodo, tirando incluso en bastantes momentos del grupo junto a Matallana y Tomé.
En la tercera y última vuelta, a cien metros de meta, nos paramos para esperar a los rezagados, y de ahí a meta, todos juntos para rendir el homenaje a Leiva. Me sentía un poco fuera de lugar -al fin y al cabo si Miquel Morales me critica que el azul de la gorra no pegue con mi trimono, ya mi verde y negro con la senyera en el pecho no pegan ni con cola con el rosa fucsia de los compis del Tripi-, pero ahí anduve, a su lado.
Y poco más. Que el año que viene habrá que volver para, esta vez, darlo todo en el Triatlón Olímpico de Palencia.