El triatlón te cambia la vida
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El triatlón te cambia la vida

Muchas veces nos llegan a Planeta Triatlón historias que nos contáis. No siempre podemos darles difusión a todas ellas como nos gustaría. Pero esta vez me ha llamado poderosamente la atención la historia de un triatleta que prefiere mantenerse en el anonimato, y nos cuenta cómo su vida ha cambiado gracias al triatlón. Es bonito saber que algo te puede enganchar tanto hasta el punto de cambiarte la vida. Eso sí, siempre dentro de un orden e intentando que no afecte al resto de nuestra vida personal, familiar y profesional. Sin más, os dejo con su testimonio.

Queridos lectores, habréis oído miles de veces que el triatlón te cambia la vida, además de engancharte. Lo segundo es probable, lo primero es una certeza.

Que practicar deporte con responsabilidad es un bien a nivel corporal y psíquico, es algo que nadie pone en duda. Pero lo que sucede en la psique más profunda de cada triatleta, es íntimo y personal. Valga de muestra, las lágrimas o la intensidad de los abrazos cuando cruzamos el arco final.

¿Qué mueve al ser humano a enfrentarse a  “sufrimientos” innecesarios que le sitúan muchas veces al límite de sus fuerzas?

En mi caso, padezco déficit de atención e hiperactividad, sordera y miopía. Dios hizo un combo conmigo al nacer.

Sobreprotegido por mis padres desde pequeño, inconscientemente me inocularon el miedo a hacerme daño, a no esforzarme cuando las cosas se ponen  difíciles y lógicamente abandonar a la mínima.

Con el paso de los años, provoca que te preguntes para qué sirves. Vives en un mundo inventado en tu mente y esta falta de madurez hace que pases por la vida como una planta: respiras y te alimentas, pero no haces nada más.

Empecé a correr más bien por obligación que por devoción tras una vida de excesos poco saludables. Al tiempo, mi mujer me picó con presentarme a un 10K. Tras ellos, mis amigos me insinuaron apuntarme a un gimnasio para “fortalecer”. Pero el gym tenía piscina y era cuestión de tiempo que, por mi falta de constancia,  probase todas las disciplinas. Mientras tanto, seguía dentro de mi “zona de confort” en todo lo que hacía. Sorprendió a todos la regularidad habitual en el deporte.

Dos años después, hacía mi primer triatlón y me cambió la vida

Enfoqué mi hiperactividad en él. Necesito llegar al cansancio en cada entreno para poder estar quieto. Para que me entendáis, imaginad que hacéis un Olímpico y esa misma tarde, tus piernas están pidiendo guerra de nuevo aunque estés reventado. Enfocarlo como un aliciente para mejorar, me hizo progresar.

El triatlón me ha enseñado a no abandonar tras una caída en bici porque aún quedan kilómetros por recorrer; a no salir del agua por un ataque de ansiedad porque se lo debes a las personas a quienes robas tiempo para ir a entrenar; a esforzarte por recorrer con dolor los últimos metros de carrera para no tirar por la borda todo lo invertido; a continuar hasta el final pues no eres el único cansado del equipo. Me ha enseñado que los resultados se consiguen  trabajando con paciencia el momento presente. Que sólo serás feliz cuando des lo mejor de ti en cada cosa que hagas.

Este deporte me educó para enfrentarme con valentía y seguridad a la vida misma.

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