
VII Carrera Solidaria El Tejar de Boecillo
Dos meses sin hacer una crónica. A ver si me acuerdo de cómo era ésto. Podía haber hecho como Pdr Snchz en twitter hace unos años... "haber si nos vemos" y empezar con una buena falta ortográfica que os despertase de la siesta, pero me voy a contener. Aunque me quede con las ganas -supongo que son rescoldos del debate.
En fin, que me desvío, que carrera en Boecillo. Siete kilómetros pelaos, medidos con exactitud alemana. El año pasado me apunté a esta carrera (cuesta tres euros el dorsal, bienvenidos a Valladolid) y al levantarme y ver el panorama más allá de la ventana, con una niebla de mil demonios, me dije a mí mismo: va a correr su puta madre. Me puse el pijama de nuevo, y a la piltra que me fui.
Pero este año me he prometido que el frío no me va a pillar desprevenido. Independientemente de que hoy en Boecillo (pueblete a diez kilómetros de Valladolid) cayese una ligera lluvia, de esta que más que mojar te toca las narices, y el termómetro marcase ocho grados. Vamos, que malo no hacía. Camiseta térmica, malla térmica, camiseta del club por encima, braga al cuello, guantes y gorro. Y no me puesto calconcillos de lana de puro milagro.
Recorrido más o menos plano (Strava marca 40 metros de desnivel) y aburrido en su mayoría, poco por el pueblo y mucho por las afueras, por calles desiertas hijas de la burbuja inmobiliaria: casas a medio construir y terrenos en venta o alquiler, con cartel cochambroso de promoción promovida por alguna caja de ahorros ya extinta.
¿Intención? Bajar de treinta y un minutos y no tener a Judit y a Mandarina esperando mucho, que las pobres habían tenido a bien acompañarme. Premisa de partida: ayer por la tarde, tras el entrenamiento de por la mañana (en Valladolid hemos tenido puente), me debía de aburrir en casa y en un momento de enajenación transitoria decidí marcarme cinco sesiones de tabata, de burpees, sentadillas, abdominales, sentadillas y burpees. Vamos, lo típico para un lunes por la tarde. Y claro, esta mañana tenía yo los cuádriceps que tenían menos agilidad que Soraya de Santamaría respondiendo ayer en el tramo del debate dedicado a la corrupción.
Sea como sea, todo, incluida esta VII Carrera Solidaria El Tejar de Boecillo (me encantan estos nombres largos que te cagas) no deja de ser parte del entrenamiento caminico al Ultratri, así que en mi fuero interno sé que esas sentadillas me vinieron de puta madre. Total, que dan la salida. Tripis a cascoporro (salí con Matallana y con Tomé) y empiezo adelantando con alegría y alboroto. Sé que hay mucho nivel (a estas carreras se apunta poca gente, pero la gran mayoría de zancada prodigiosa), así que trato de encontrar rápidamente compañeros de viaje. Procuro no mirar el reloj, aunque me avisa de que el primer kilómetro lo he hecho en 4'08". Uy. Quizás estoy yendo un poco deprisa. Quizás.
Pero sigo corriendo adelantando personal, y noto que de técnica voy bien (me he propuesto llegar al maratón de Madrid siendo capaz de correr 42 kms sin talonear), y sigo dándole zapatilla, aun a sabiendas de que en poco tiempo llegará Paco con las rebajas. Segundo kilómetro en 4'03". La hostia va a ser de cuidado.
Al tercer kilómetro, ya dentro del pueblo y con desnivel incómodo, llego en 4'13". Que eh, hace que no hacía yo un tres mil por debajo de 12'30" más o menos desde la época en que tenía pelo. Bueno, no, menos. Dos años, desde el Correbarri de 2013.
Y comienza la segunda vuelta y ya voy con el gancho puesto. La tercera de las chicas, que iba un poco por delante de mí, me ha abandonado sin dar explicaciones (qué menos que un Tenemos que hablar, no eres tú, soy yo, podemos seguir siendo amigos) y vago por esos campos desiertos de Dios tratando de que el segundo Tripi no me dé alcance (lo tengo a unos 150 metros, aproximadamente). Cuarto kilómetro en 4'28". Esto va a ser muy jodido, apañeros.
Me adelanta tres chicos y una chica caracterizada por tener bien definido el tren inferior, desde la cadera hacia abajo, y buen ritmo de carrera. Trato de seguirles, y estabilizo un poco el ritmo evitando que continúe en picado, comparando el km 3 con el 4. Así, logro hacer 4'23" en el quinto.
Solo quedan dos. Lo bueno de los recorridos a dos vueltas es que cuando vas sufriendo más que Albert Rivera dando un mitin en el Alt Empordà sabes predecir qué es lo siguiente que te viene -curva a la izquierda, desnivel negativo, luego rampa hacia arriba, luego bajadita para coger aire y sprint final- y eso te permite gestionar un poco ritmo y esfuerzo. Me doy cuenta de que ya no voy corriendo con técnica, que taloneo como cualquier hijo de vecino. Pero me digo que puedo intentar hacer menos de treinta minutos -algo que obviamente no estaba en mis previsiones- y aprieto. Km 6, en 4'18". Vamos, que ya está, coño.
Me queman los cuádriceps (parece que os estoy contando la llegada de Filípides a Esparta para avisar de la victoria de sus tropas, joder), pero sigo dándole zapatilla ya dentro del pueblo. Última curva (que pica ligeramente para arriba pero en mis piernas parece el kilómetro vertical de Canfranc), y sprint para llegar a meta, ya con gente aplaudiendo y esas cosas. Cuando faltan diez metros, me paso las normas de cómo entrar en meta por el forro de los cojones y me dedico a mirar el reloj. 29'45". El último kilómetro, en 4'12". En total, una media de 4'15".
Media de pulsaciones: 173. Máximo de pulsaciones: 183. No hay más que hablar.